viernes, 10 de julio de 2015

GUINEA  BISSAU:
¿HACIA  UN
NARCOESTADO?

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Las Fuerzas Armadas de Guinea Bissau, son un poder fáctico en el país. El último golpe de Estado del 2,012 fue
expresión de las pugnas internas por el control del trafico de drogas.

No hay una definición concluyente. Pero se ha venido usando el termino narcoestado, para aplicarlo a los países donde el negocio de la droga logró captar a las más altas autoridades y hacerlas gobernar para él. Son emblemáticos los casos en América Latina, de Manuel Antonio Noriega en Panamá o Luis García Meza en Bolivia durante los años ochenta, comprobados y activos narcos al mando de sus respectivos países.

El esquema estándar es el surgimiento de un poder estatal máximo que concede total libertad para el ilícito negocio, lo  cual incluye la resistencia  a las iniciativas contra la droga que vienen del exterior y un total control de los poderes e instituciones del Estado por parte de la organización criminal. Es así que naciones con inestabilidad política, debilidad institucional, aguda corrupción estatal o precario control fronterizo, son aprovechadas fácilmente por los cárteles de la droga. En África un país que calzaría perfectamente con estas características sería Guinea Bissau.

Una nación con una esperanza de vida de 45 años, una tasa de analfabetismo del 44.7%, una posición en el Índice de Desarrollo Humano de 177 sobre un total de 187 países observados, una economía de supervivencia basada en la agricultura y la ganadería. Además, un país que ha vivido asolado por golpes de Estado, guerras internas, conflictos fronterizos y hasta magnicidios. Este es el retrato rápido que se puede hacer de un país como Guinea Bissau, la antigua colonia portuguesa, la más pequeña en el territorio continental africano, la que alcanza su independencia en setiembre de 1,974, por un efecto domino de la famosa Revolución de los Claveles en Portugal.

Es un país con cerca de 400 kilómetros de litoral, en su mayor parte
manglares. Un archipiélago compuestos por más de 80 islas.
El desmoronamiento de la presencia portuguesa en África empezó precisamente ahí. El general Antonio Spínola, que a partir de la Revolución de los Claveles desempeñaría un papel relevante al ser el primer Presidente de la República nombrado tras el triunfo de los coroneles, ejerció allí como Gobernador General. Lo que vio en Guinea influiría probablemente en su propuesta de salida del conflicto colonial por la vía política y no por la militar. Pero de esa Guinea, como pivote central en el tablero de la descolonización africana, no queda nada.

El Estado de hoy se debate en la lucha por la supervivencia de sus ciudadanos. Aunque la situación ha mejorado desde el 2,012, cuando se produjo el enésimo golpe de Estado que se llevó por delante al gobierno del Presidente Carlos Domingo Gómez, exponente máximo del liberalismo económico y del reformismo militar. Sus moderados intentos de reformar a las Fuerzas Armadas FF.AA. guineanas, a través de una misión militar angoleña, cuyo objetivo era profesionalizarlas y sacudirlas de su excesivo poder, fue lo que desencadenó la asonada golpista que termino un año después con la convocatoria de unas elecciones presidenciales tuteladas por esas mismas FF.AA.

          “Guinea es un país asolado por golpes de Estado,
                  guerras internas, conflictos fronterizos
                              y hasta magnicidios”

En el plano económico, en los últimos años en Guinea Bissau ha entrado mucha inversión china, atraída por la presencia de ingentes yacimientos de minerales en el subsuelo. Así, como es su costumbre, China pagó la reconstrucción del antiguo Palacio del Gobernador General, hoy convertido en la residencia oficial del Presidente de la República y está costeando el pago de la construcción del nuevo Palacio de Justicia. Además, de estas inversiones en infraestructura urbana, en Guinea Bissau se está consolidando un puerto franco para impulsar el eje África-China. La semana pasado un grupo de empresarios chinos llegaron a Bissau para estudiar diversas áreas de inversión. Según un comunicado del Ministerio de Economía de Guinea, los empresarios van a identificar oportunidades de inversión en los sectores de energía, agricultura, pesca e industria.

El 60% de la cocaína que llEga a Europa, pasa a través de los países del
África occidental, como Guinea Bissau, para luego ser trasladada
hasta las costas del Mar Mediterráneo.
Pero los chinos no son los únicos extranjeros que frecuentan este país, sobre su territorio se encuentra instalada una misión militar de mantenimiento de la paz de la Naciones Unidas desde el año 2,006, comandada por soldados de Nigeria. Lo cual se ha convertido en una presencia habitual en este país, por su crónica inestabilidad política. En los últimos tiempos, Guinea viene siendo además el centro de los análisis internacionales sobre el tráfico de estupefacientes, que la definen deshonrosamente, como un narcoestado. El término ha generado cierta polémica. La doctrina está dividida. Como lo señalábamos líneas arriba, los más puristas consideran que en rigor, un narcoestado es aquel que se financia exclusivamente a través del narcotráfico y dado que este no es el caso de Bissau, no entraría en dicha categoría. Otros consideraran que sí se trataría de un narcoestado, desde el momento en que parte de la administración recibe dinero a cambio de hacer la vista gorda al uso de su territorio para el tráfico de drogas entre América y Europa.

Según datos de las Naciones Unidas, en los últimos años el 60% del total de la cocaína que se vende en los países europeos, estamos hablando de más de 280,000 toneladas de cocaína al año, pasa a través de los países del África occidental. Es así que naciones como Guinea Conakry, Liberia, Sierra Leona, Nigeria y principalmente Guinea Bissau, se han convertido en puntos claves de recepción de esta droga, proveniente de los centros de producción como Perú, Colombia o Bolivia. Para luego atravesar un corredor desértico conformado por los países de tránsito de la droga como: Malí, Níger o Mauritania, para luego desembocar en las costas del Mediterráneo a tiro de piedra de los países europeos.

           “Por su inestabilidad política, corrupción estatal
               y precario control fronterizo, Guinea Bissau
                    se ha convertido en un punto clave
                        para los cárteles de la droga”

Un signo flagrante de la presencia del narcotráfico en la economía de Guinea Bissau, es lo que muestra a diario la prensa escrita de este país. Noticias que parecen sacadas de una serie de televisión sobre mafias colombianas: casas lujosísimas a medio construir en medio de ninguna parte; coches de alta gama, como Audi TT o Porsche Cayenne circulando por calles sin asfalto o historias fantásticas que se escuchan en la capital. Historias que carecen de cualquier tipo de rigor, pero que alimentan la leyenda de una actividad delictiva que todos los guineanos conocen, muchos se benefician de ella, pero que todos callan.

Relatos que hablan de fardos de cocaína de alta pureza, que fueron encontrados por los habitantes de una población rural, pero que la usaban para dibujar líneas de demarcación en improvisados campos de fútbol. Otros más dramáticos, como la muerte por intoxicación de familias enteras al usar la cocaína como alimento, al creer que se trataba de harina. Realidad o mito lo cierto es que el Estado guineano carece de medios suficientes para controlar un territorio con casi 400 kilómetros de litoral, que en su mayor parte son manglares compuesto de un archipiélago de más de ochenta islas, muchas de éstas con pistas de aterrizaje clandestino. Imposible controlar un territorio con escasos efectivos,  con patrullas costeras en precarias condiciones y una cúpula militar con evidentes vínculos con las mafias del narcotráfico.

El riesgo que organizaciones criminales de todo tipo campeen a sus anchas por el territorio guineano es alto. En un país en donde las condiciones sociales y económicas son tan precarias, la capacidad de corromper es inversamente proporcional a los medios con que se cuenta. Añadido a esto, habría que advertir: la expansión cada vez mayor de la cocaína en el mercado guineano; la consolidación de zonas de mercadeo interno; el incremento de grupos dedicados a la importación clandestina de la droga; la formación de grupos de sicarios que controlan regiones en el interior y el perfeccionamiento de las modalidades de lavado de activos, por todo ello se debería interpelar al Estado y a la sociedad guineana por el incremento de este fenómeno delictivo. Las fuerzas de seguridad y la clase política les deben una explicación a los guineanos.

             “En un país en donde las condiciones sociales
              y económicas son tan precarias, la capacidad
               de corromper es inversamente proporcional
                        a los medios con que se cuenta”

Pero a pesar de este panorama desolador, el primer semestre de este año arroja noticias positivas para uno de los países más pobres de la tierra. A fines del mes de marzo se celebró en Bruselas una Conferencia Internacional de Donantes que acordó la creación de un fondo de 1,000 millones de euros a distribuir en una década, para el desarrollo de Guinea Bissau. En juego está, no sólo la posibilidad de seguir impulsando el proceso democratizador, iniciado en el 2,013, sino la reconstrucción institucional y económica del país. Del éxito de este programa de ayuda depende también la estabilidad política de Guinea. Un Estado débil que apenas si tiene capacidad de "golpear" en un mismo lugar del territorio a la vez y sobre el que se cierne también la amenaza yihadista.

Esa vulnerabilidad geográfica e institucional que se advierte en Guinea Bissau, podría convertirla, en breve tiempo, en un nuevo Estado títere de los movimientos fundamentalistas de raíz islámica que ya amenazan la estabilidad de países como Malí, Chad, Mauritania o Libia y para los que parece ser muy atractiva la idea de una salida directa al Océano Atlántico, importante y estratégica vía marítima, por la cual llegan anualmente a las costas de Guinea cientos de miles de toneladas de cocaína.   



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