miércoles, 25 de marzo de 2015


COSTA  DE  MARFIL: 
EL  LADO  AMARGO  DEL  CHOCOLATE

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Costa de Marfil es el primer productor mundial de cacao. Al menos el 55% de la industria de chocolates en el mundo
se abastece de su primer insumo principalmente de esta región marfileña.

No es una novedad que Costa de Marfil, sea conocida como la cuna de los “chocolates de sangre”, por el brutal y semi-esclavista sistema de explotación de niños en las plantaciones de cacao que operan en su territorio. Pero en la actualidad, han aparecido en los medios de prensa de la ciudad de Abiyán, capital económica de este país de África occidental, denuncias bien documentadas, que confirmarían la existencia de fosas comunes o lugares de entierro en la localidad de Duekoe, zona donde predominan los cultivos de cacao en ese país.

Las probables victimas de estas matanzas, son campesinos o lugareños de esta región que se oponen a ceder sus campos de cultivo a las empresas transnacionales fabricantes de chocolate, las cuales en complicidad con el gobierno marfileño, sustentan un ejército de mercenarios dedicados a sembrar de terror esta estratégica zona agrícola. Como sabemos, el presidente Alassane Ouattara, la marioneta impuesta por Francia para defender sus intereses, desde el derrocamiento del dictador burkinés, se ha convertido en una pieza clave en la estrategia francesa en el África occidental.

Desde el año 2,002, Francia y los Estados Unidos apoyaron a Ouattara, el eterno intrigante y conspirador de la política marfileña, para llevar una guerra de rebelión contra el gobierno del presidente Laurent Gbagbo, hasta el año 2,011 donde lo derrocaron con la vergonzosa ayuda de las Naciones Unidas, el gobierno francés y las fuerzas rebeldes. Ahora, en la región de Duekoue, se calcula que más de 1,500 personas han muerto a manos de las bandas de sicarios.

Muchos niños son vendidos a los traficantes o a los dueños de las
plantaciones de cacao por sus propias familias.
Costa de Marfil es el principal productor mundial de cacao. Al menos el 55% de la industria de chocolates y caramelos del mundo, se abastece de su principal insumo en esta región marfileña, de ahí la importancia y el interés de mantener esta zona agrícola y su población bajo un estricto control de seguridad.

Hay que recordar, que en África occidental, el cacao es un producto agrícola que se produce exclusivamente para fines de exportación. Con el incremento de la industria chocolatera, a través de los años ha aumentado la demanda de cacao barato. Hoy en día, los productores de cacao a duras pena pueden ganarse la vida con la venta de los granos de cacao y con frecuencia recurren al uso de la mano de obra infantil, para abaratar los costos, a fin de que sus precios sean más competitivos.

              “las empresas transnacionales de chocolate,
               en complicidad con el gobierno marfileño,
           sustentan un ejército de mercenarios dedicados
            a sembrar de terror las plantaciones de cacao”

Los niños marfileños de zonas rurales, viven sumidos en una inmensa pobreza y la mayoría de ellos empiezan a trabajar a una edad muy temprana para ayudar a sus familias. Muchos de estos niños son “vendidos” a los traficantes o a los dueños de plantaciones de cacao por sus propias familias. Según reportes de organizaciones defensoras de derechos humanos marfileñas, también estos traficantes recurren al secuestro de muchachos de pequeños poblados de los países vecinos, como Burkina Faso o Malí. Pero no hay que olvidar, que estas plantaciones de cacao de Costa de Marfil y de los demás países productores de África occidental, suministran este insumo a compañías internacionales tan grandes como Hershey´s, Mars y principalmente Nestlé, lo cual pone en evidencia el vínculo directo de esta industria transnacional con la explotación de la mano de obra infantil, el tráfico de seres humanos y la esclavitud.

Estos niños marfileños pueden vivir en estas paupérrimas condiciones
durante meses o incluso años. 
En años recientes se ha documentado según: Raghavan S. and Chatterjee S. “A Taste of Slavery” 2011(*) casos en los que tanto niños como adultos, fueron retenidos contra su voluntad, en las plantaciones de DueKoue y obligados a trabajar, dentro de un estricto régimen de sobre-explotación, hay testimonios que hablan textualmente, que trabajan en un “sistema  esclavista”.

Hay casos que involucran actos de violencia física, como recibir azotes por no trabajar con rapidez o tratar de escapar. También se han recogido testimonios, tanto de niños como de adultos que fueron encerrados durante la noche para que no pudieran huir. Además, es común que los dueños de las plantaciones alimenten a sus subordinados, incluyendo a los niños, con los alimentos más baratos que puedan comprar, como pasta de maíz y plátanos. En algunos casos, los adultos y niños duermen todos juntos, sobre planchas de madera en pequeñas edificaciones carentes de ventanas, agua potable o servicios sanitarios. Estos niños pueden vivir bajo estas paupérrimas condiciones durante muchos meses o incluso años.

En otra investigación realizada por Karlee Sapoznik, sobre la explotación de niños en las plantaciones de cacao en Costa de Marfil, titulada: “When People Eat Chocolate, They Are Eating My Flesh” (**) se recoge el testimonio de Drissa, un niño recientemente liberado, a quien se le preguntó, qué le diría a las personas que comen chocolate producido por mano de obra esclava, él respondió que la gente disfruta de algo que a él le causó sufrimiento producir y añadió: “Cuando la gente come chocolate, está comiendo mi propia carne”.

         “Drissa, un niño recientemente liberado, respondió
              que la gente disfruta de algo que a él le causó
           sufrimiento producir y añadió: “Cuando la gente
           come chocolate, está comiendo mi propia carne”

Todo este aparato de  infame explotación, requiere todo un sistema de seguridad y de logística, que necesariamente demanda el apoyo o la complicidad las autoridades estatales, para lograr la total impunidad para estos execrables crímenes.

Es por eso, que la población de Duekuoe, sigue siendo masacrada por los rebeldes de Ouattara con total impunidad.  Se ha comprobado que las empresas occidentales han distribuido armas a dos mil sicarios en las zonas rurales de Costa de Marfil, con el objetivo de usurpar los mejores terrenos, desplazar a la fuerza a esta población, para ocupar sus tierras y crear un clima de terror en las plantaciones.

Como vemos, corre mucho dinero en este dulce y lucrativo negocio. Una actividad económica donde se mezclan: intereses transnacionales, ambiciones políticas de caudillos regionales, intereses estratégicos de potencias occidentales y un perverso sistema de explotación que contempla la esclavización de menores y el asesinato en masa de campesinos.  




lunes, 23 de marzo de 2015

RDC–M 23:
UNA  PAZ  ESQUIVA

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Blindados del ejército congolés ingresan a la provincia de Kivu, al este del país, ante la estampida de los rebeldes
del M 23, era el mes de noviembre del 2,013, se vislumbraba la llegada de la paz, una paz ahora esquiva.

En el mes de noviembre del año 2,013, nos llegaba una alentadora noticia que podría posibilitar el fin de la interminable guerra civil en la República Democrática del Congo -RDC-. En apenas cinco días, las Fuerzas Armadas de la RDC -FARDC- habían logrado derrotar y desalojar de sus bastiones, conquistados y controlados desde el año 2,012, al grupo rebelde M 23. Las ciudades en las que el gobierno congoleño volvió a imponer su autoridad, fueron las estratégicas: Goma, Kisangani y las provincias de Kivu, localidades ubicadas al este del país y que tienen un gran valor económico y geopolítico.

Han pasado más de quince meses desde que se derrotó al M 23, por aquel entonces, el grupo armado congolés más peligroso y mejor armado. Fue un momento simbólicamente crucial: fue una victoria militar insólita para las FARDC y la primera vez desde el año 1,998, que el gobierno ruandés no tuvo un aliado militar en territorio congolés. Recordemos que el primer aniversario de esta derrota militar, en noviembre del año pasado, estuvo marcado por protestas de ambas partes. El jefe actual del M 23 Bertrand Bisimwa, acusaba a Kinshasa de no haber cumplido su parte del Tratado, mientras que el gobierno congolés se quejaba que el M 23 no había participado en las reuniones de seguimiento de Kinshasa y Nairobi y adelantaban la deserción del grupo rebelde de la ejecución del Tratado de Paz.

Este ambiente de desconfianza mutua, persiste hasta la actualidad, mientras el gobierno de Kinshasa, no va claudicar en su posición de poner límites al número de antiguos guerrilleros que serán integrados al ejército regular congolés y además, no va a facilitarles ninguna amnistía a los ex-rebeldes acusados de crímenes de lesa humanidad; los jefes del M 23 apuestan por el regreso, sin condiciones, de todos sus combatientes al territorio congoleño y por una amplia amnistía por los delitos cometidos durante, lo que ellos llaman, “el conflicto interno”.

Los milicianos del M 23 son desalojados de sus antiguos bastiones en la
ciudad de Goma, al mes siguiente firmarían un Acuerdo de Paz.
Para entender este desencuentro, habría que recordar, que el M 23, durante el conflicto armado, se dispersó en tres fracciones. En marzo del 2,013 surgieron en el grupo disputas internas, pero la fracción más importante, liderada por Bosco Ntaganda –quien luego se entregó a la Corte Penal Internacional- huyó a Ruanda. Ante el vacío de liderazgo, se capturaron e internaron a 680 rebeldes a un campamento militar en Kibungo al este del Congo. En noviembre del 2,013, las FARDC y fuerzas de mantenimiento de la paz de las NN.UU derrotaron al M 23. La mayoría, incluyendo a su comandante Sultani Makenga y a su jefe máximo Bertrand Bisimwa, huyeron a Uganda, mientras algunos milicianos rasos se rindieron en el Congo.

Las autoridades ugandesas informaron que recibieron a unos 1,665 refugiados rebeldes en su territorio, una cifra que sorprendió a muchos, puesto que por aquel entonces las NN.UU habían calculado que se tratarían de 400 milicianos, con un máximo que podría alcanzar los 1,200 soldados del M 23. Con la difusión de estos datos falsos, la intención del gobierno ugandés, era sobredimensionar la capacidad militar del derrotado grupo rebelde, para que puedan ser considerados un grupo deliberante y con ello tener una mayor capacidad de negociación en la mesa de diálogo.

Para ese entonces ya se sabía que tanto Ruanda, como Uganda habían financiado, armado e implementado todo el apoyo logístico al M 23, con el fin de invadir territorio congolés y desestabilizar su gobierno, para lograr apropiarse de sus ingentes recursos naturales.

                   “Las FARDC habían logrado derrotar
                  y desalojar de sus bastiones, conquistados
          y controlados desde el 2,012, al grupo rebelde M 23”

Bajo la presión de la comunidad internacional, para firmar un Tratado de Paz que facilite el regreso de los combatientes, el 12 de diciembre del 2,013 se llegó a un mutuo acuerdo en la ciudad de Nairobi. Ambas partes firmaron declaraciones similares que comprometían al M 23 a un regreso pacífico, a la desmovilización y a la conversión en un partido político; mientras el gobierno aseguraba una relativa amnistía condicional, un programa de desmovilización y una reconciliación nacional.

Como lo señalamos líneas arriba, a pesar que el acuerdo firmado tiene problemas en la ejecución por ambas partes; a la fecha ya se han logrado algunos avances moderados: el gobierno congolés promulgó, en febrero del año pasado, una amnistía condicionada, que involucra solo a una pequeña lista de ex combatientes que no hayan sido ejecutores directos, ni mediatos de crímenes contra los derechos humanos, habiendo publicado hasta la fecha, cinco listas de beneficiados con este tipo de amnistía, que suman 244 miembros del M 23, de un total de más de 2,200 peticiones de amnistías notificadas.

Bosco Ntaganda líder del M 23, fue juzgado por la CPI por crímenes de
lesa humanidad. El gobierno congolés quiere ver a todos los
comandantes rebeldes ante la misma Corte.
Por otra parte, en marzo del año pasado, se creó una Comisión de Desmovilización, para la entrega de las armas del grupo rebelde –desde entonces su estructura y presupuesto han cambiado- aunque la financiación (US $ 84 millones) todavía sigue pendiente y existen informes recientes de más de cien muertes en los Campos DDR (Desarme, Desmovilización y Reintegración) establecidos recientemente.

No obstante estos moderados avances, los progresos son extremadamente limitados: gran parte de los milicianos del M 23 todavía están en el extranjero y el gobierno congolés no amnistiará a la mayoría de los comandantes del grupo rebelde, a quienes consideran criminales. Por su parte, es poco probable que los gobiernos de Ruanda y Uganda arresten y extraditen a los líderes de un grupo armado al que prestaron su pleno apoyo militar, político y diplomático.

Mientras tanto, muchos de los miembros del grupo rebelde que se encontraban en los campamentos parece que han llevado a cabo una “auto-desmovilización”: cansados de vivir allí, han vuelto a sus casas en el Congo o en Ruanda, recordemos que muchos fueron reclutados en campamento de refugiados congoleses o eran ruandeses. De acuerdo con los diplomáticos que visitaron, la semana pasada, el campamento de Ngoma en Ruanda, la mitad de los ex rebeldes podrían haberse ido, el año pasado, de estos campamentos, a sus países de origen; observándose un desalojo similar, de los campamentos instalados en la vecina Uganda.

         “Tanto Ruanda, como Uganda habían financiado,
           y armado al M 23, con el fin de invadir territorio
        congolés y desestabilizar a su gobierno, para lograr
            apropiarse de sus ingentes recursos naturales”

Sin embargo, durante los últimos tres meses también ha crecido el número de informes sobre una posible “re-movilización” de los milicianos del M 23, como preparación para un nuevo ataque; se han intentado reiteradamente reconciliar las tendencias políticas-militares de Bosco y Makenga. Las autoridades ruandesas han pedido a los miembros del M 23, alojados en sus campamentos, que se retires a partir del mes de julio y varios de ellos, por información de periodistas locales, han contado a sus familias que están preparando una operación militar.

Por otra parte, según un ex rebelde del campamento militar de Bihanda en Uganda, el líder Makenga pudo haber dado ahí un discurso a los milicianos del M 23 recientemente, en el que les dijo: “los soldados deberían estar preparados para una operación”. Incluso su líder Bertrand Bisimwa, dice que si Kinshasa no cumple su parte de la Declaración de Nairobi, “no se puede ofrecer garantías para mañana”.

La Misión de Estabilización de las NN.UU para el Congo, tuvieron en
un principio un rol importante durante la desmovilización de
los ex-rebeldes del M 23.
Pocos detalles sobre la naturaleza de estas operaciones no han quedado claros. Diversas fuentes militares, parecen indicar que habrá un grupo de combatientes que viajaran, a través de Sudán del Sur hasta Ituri, provincia oriental del Congo. En ese lugar, el M 23 intentó llevar a cabo su movilización en el 2,012 y fracasó, pero algunos de los oficiales que antes vivían en Ituri están ahora en Ruanda y todavía tienen contactos allí. Asimismo, otro líder del M 23 insinúa que realizaran que realizaran desplazamientos militares en el área de Kasindi, en la región congolesa de Kivu del Norte. También existen informes sobre la movilización del M 23, en los últimos meses, en el territorio de Masisi, ubicado al norte de la ciudad de Goma, documentado por los trabajadores de organizaciones defensoras de derechos humanos de la zona.

                   “Los ex rebeldes estarían esperando
            una crisis política, relacionada con las próximas
          elecciones presidenciales o con un endurecimiento
          del régimen, para dar el zarpazo armado otra vez”

Ante todos estos trascendidos, testimonios o indicios de un posible reagrupamiento e inicio de acciones armadas de parte del M 23, lo más probable es que no se llegue a producir. Ante la desarticulación y fragilidad de este grupo armado, sería difícil que organicen un ataque a gran escala sin el apoyo esencial de los gobiernos de Ruanda y Uganda, quienes no se arriesgarían a desencadenar otra ola de oprobio internacional.

Es más probable que intenten desestabilizar al gobierno congolés y avergonzar a su ejército y a las Naciones Unidas con ataques pequeños y esporádicos, posiblemente haciéndose pasar por otros grupos rebeldes, con lo que se agravarían las precarias condiciones de seguridad ya frágiles de por sí. Muy probablemente estarían esperando que ocurra una crisis política, posiblemente relacionada con las próximas elecciones presidenciales o con un endurecimiento del régimen, para dar el zarpazo armado otra vez.

Lo cierto es que, luego de un año y cuatro meses del Acuerdo entre el M 23 y el gobierno congoleño, todavía deben de trabajar mucho, ambas partes, para que se patenticen plenamente todos los compromisos firmados. Mientras tanto el pueblo de la RD del Congo, seguirá conviviendo entre una guerra latente y una paz esquiva.   


martes, 17 de marzo de 2015

ESA HERIDA ABIERTA EN EL CORAZÓN DE ÁFRICA

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Apenas se aterriza en el primer terminal aéreo de la ciudad de Kinshasa, y ya se percibe una atmosfera cargada, pesada, no solo por el calor reinante en esta época del año, en la capital de este gigante país del centro africano, sino por el clima de violencia que ha sacudido a la República Democrática del Congo -RDC- en las dos últimas décadas y que ha marcado el carácter y las relaciones inter-personales entre los congoleños.

Como me lo comentaba mi amigo Thomas Abiola, un activo promotor del orfanato Le Bon Berger (El Buen Pastor), en su casi perfecto español: “No hay actividad o hecho cotidiano en que el congoleño, no este de mal humor o reaccione con violencia. Antes no éramos así”. La recelosa actitud de los policías y militares que resguardan el aeropuerto de Kinshasa, el más militarizado terminal aéreo del continente africano, o el poco disimulado mal humor, con que los taxistas congoleños tratan a sus pasajeros, nos estarían confirmando, esa desconfianza y resquemor que se ha implantado en el alma de los congoleños.

Un país como la RDC, que trata de salir, con no pocas dificultades, de la brutal espiral de violencia que vivió por años, debe de afrontar ahora, un proceso social en donde la violencia ha adquirido una dinámica propia. Todos los ámbitos de la sociedad congoleña están impregnados de relaciones en donde prima la confrontación virulenta. La convivencia entre vecinos de un barrio, las disputas por la propiedad de un terreno, las relaciones inter-familiares, las diferencias políticas, todos estos tipos de relaciones degeneran en acciones violentas. En el Congo  existen casi dos generaciones de congoleños, que han nacido y vivido alimentándose diariamente de una violencia que los afecta directamente.

Este largo conflicto armado no resuelto todavía, a desestructurado la sociedad congoleña, debilitando sus instituciones, precarizando todo ordenamiento legal pre-existente y deteriorando gravemente las mínimas normas de convivencia.

Este tipo de sociedades impregnadas de violencia, son características de países que han atravesado por largos conflictos armados, como los procesos de confrontación armada que se dieron, por ejemplo en los países centroamericanos (El Salvador, Honduras, Guatemala) que vivieron  en los años 80 el accionar de la guerrilla urbana y del terrorismo de Estado; Colombia y sus más de cincuenta años de convivencia con la guerrilla de las FARC, con los paramilitares de ultra derecha o con las bandas de sicarios financiadas por los carteles de la droga; o la experiencia de Perú, que tuvo que convivir durante veinte años, con la insania terrorista de Sendero Luminoso. Todas estas experiencias traumáticas, como los años de guerra vividos en la RDC, han dejado heridas abiertas en sus sociedades y en la forma de relacionarse entre su población.

               “En el Congo  existen casi dos generaciones
                   de congoleños, que han nacido y vivido
               alimentándose diariamente de una violencia
                         que los afectaba directamente”

Las frías cifras que ha dejado, hasta ahora, el conflicto armado en el Congo son espeluznantes, las más fiables son las estadísticas que en diciembre del año pasado, emitiera la Conferencia Episcopal de los obispos católicos de la RDC. En un voluminoso informe, esta institución religiosa, cifra el número de víctimas mortales en las dos últimas décadas, en cerca de 6 millones de personas; los niños huérfanos en 600 mil; los casos registrados de niñas violadas en 400 mil al año; los lugares de entierro o fosas comunes en 2,200; y el número de desplazados en 15 millones de personas, de una población de 69 millones, quienes se encuentran viviendo en precarios campos de refugiados, dentro del territorio congoleño y detrás de las fronteras de sus países vecinos. Desde diciembre del año pasado, la RDC también se ha convertido en destino para poblaciones desplazadas de otros países, más de 500 personas provenientes de la inestable y convulsa República Centroafricana, se han alojado al norte del territorio congoleño, haciendo más difícil y peligroso la actual crisis humanitaria que vive este país.

El orfanato Le Bon Berger, ubicado a las afueras de Kinshasa, alberga a un centenar de estos niños y niñas congoleñas desplazadas, esta organización humanitaria, financiada por la cooperación técnica internacional, está administrada por médicos chilenos, uruguayos y congoleños, quienes vienen cumpliendo una labor abnegada y meritoria, rescatando de la calle a los niños abandonados y a los menores que fueron convertidos en niños-soldados por las bandas armadas de diferente signo, que asolaron al país. Uno de los promotores de este alberque, Thomas Abiola, joven congoleño estudiante de derecho, nos confirma la oprobiosa situación actual de los jóvenes en el Congo: “La sociedad del Congo está marcada por la violencia de estos años, pero la principal víctima es la población juvenil. Las altas tasas de deserción escolar, el desempleo juvenil, la violencia de las pandillas de barrio, el elevado consumo de drogas entre los jóvenes, la delincuencia; este grave cuadro nos refleja el olvido y el desdén de parte del Estado, para ese sector de la población. Son los hijos del conflicto armado”.

          “Este largo conflicto armado, a desestructurado
       la sociedad congoleña, debilitando sus instituciones
              y deteriorando gravemente las mínimas
                          normas de convivencia” 

Una de las cosas que más llama la atención a un visitante, que pasea por las calles de Kinshasa, es la cantidad de jóvenes deambulando por las principales avenidas de la ciudad. Adolescentes vendiendo baratijas, un grupo de muchachos parados en las esquinas, chicas y chicos en las bancas de los parques o muchachos jugando futbol en improvisadas canchitas en plena calle. Jóvenes que viven en un país rico, mientras que ellos no se sienten tocados por esa riqueza y que han sabido observar el contraste entre las potencialidades de su país y su realidad cotidiana. Una realidad que constata, que en la RDC hay más de 70% de desempleo y en torno del 90% de desocupación juvenil. Una constatación que abarca otras carencias, como que en el Congo se vive sin electricidad, mientras que se podría tener una de las presas más grandes del mundo; no se tiene acceso a agua potable, mientras que según la propaganda del gobierno llama a la RDC como “el paraíso del agua”, con fuentes permanentes de agua potable y regiones con lluvia durante todo el año; se vive constantemente en la inseguridad, mientras que la mayor dotación del cuerpo policial de la ciudad se encargan de cuidar a las autoridades del país.

Estas amargas constataciones de una realidad injusta, ha sublevado a un buen número de jóvenes: universitarios, miembros de colectivos de derechos humanos, artistas de la calle, bandas de música rap y activistas por los derechos laborales de los jóvenes, un grupo de reciente creación, dirigido por Fred Bahuma, estudiante de periodismo, que le ha planteado al gobierno, vía iniciativa ciudadana, proyectos de ley para la creación de “bolsas de trabajo” para los jóvenes, tanto dentro de la actividad privada, como de las entidades estatales. Fred, con mucha convicción nos decía: “Cuando nos empezamos a juntar no pasábamos de 150 jóvenes, pero en las marchas del 19 de enero, contra los intentos de Kabila de reelegirse a un tercer mandato, ya éramos más de 3,000. Pasamos de luchas laborales reivindicativas a exigencias por derechos políticos, porque pensamos que en una democracia, los representantes deben rendir cuentas ante la población y los representados, nosotros, debemos demandar y exigir a los políticos. Si no demandamos nada, no tendremos nada”.

Otras de las prioridades, no solo de los jóvenes sino del ciudadano promedio congoleño, son la seguridad ciudadana y la paz. En principio la paz se ha convertido en un tema principalísimo, luego de largos años de guerra. En todo este tiempo, se ha tratado de caricaturizar al Congo, con muchos programas de las Naciones Unidas, que no son efectivos o que no apuntan a las verdaderas causas de la guerra. Fred, desde su experiencia de activista nos añade: “Los mismos policías que nos han reprimido en las protestas de enero, son los que han recibido capacitación y financiamiento de parte de las NN.UU, las ciudades de Goma y Kinshasa han sido seleccionadas para este programa, es decir, con la plata de donaciones de organismos internacionales están financiando a la guardia represora del gobierno. Y sobre nuestro ejército, es un verdadero mosaico de grupos armados. Así nunca vamos a tener seguridad, ni paz”.

Todos los analistas congoleños, coinciden en que para poner en práctica un verdadero y realista “acuerdo de paz”, se debería empezar con reformar el ejército. Empezando por la depuración del Estado Mayor de la Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo FARDC, cuyos mandos jerárquicos han sido acusados por la violación de derechos humanos de la población civil, así como de actos de corrupción dentro de su misma institución. El ejército debería de profesionalizar a sus cuadros de elite y dotarlos de una mayor logística, sin descuidar el trabajo conjunto con otros ejércitos de la región.

             “Existen 15 millones de personas desplazadas,
     de una población de 69 millones, quienes se encuentran
               viviendo en precarios campos de refugiados,
                  dentro y fuera del territorio congoleño” 

Personal militar de Malaui, Tanzania y Sudáfrica, en los meses de diciembre y enero último, han capacitado a comandos especiales de las FARDC. Incidir en una cooperación defensiva común y reciproca entre los ejércitos de la región, para actuar ofensivamente ante conflictos internos, puede ser un avance para conseguir la solución, desde los gobiernos africanos, para los conflictos armados en los países africanos.

Otra arista del conflicto armado congoleño, es el rol que juega la Misión de Estabilización de la ONU en el Congo, la llamada MONUSCO, todos los analistas congoleños consultados coinciden en afirmar que la presencia de esta Misión le quita responsabilidad al Estado congoleño. “El gobierno de la RDC debe de sentirse responsable de sus problemas. Es por eso, que una de nuestras reivindicaciones para lograr la paz, es decirle a la MONUSCO que empiece hacer sus maletas y deje al Congo afrontar sus propios problemas” nos responde enfáticamente el Coronel en retiro Moise Kimba, un respetado ex oficial del ejército, que fue pasado al retiro en el 2011, cuando se opuso al fraudulento y amañado proceso electoral donde salió reelecto el presidente Kabila.

El coronel Kimba, un crítico de la larga e infértil misión militar de la ONU en el Congo, nos argumenta: “La Misión de la ONU ha sido hasta ahora contradictoria y ha servido solo para militarizar más nuestro país. En el año 2,012, durante el conflicto con el M 23, la solución de la comunidad internacional, a través de la MONUSCO, fue crear una “fuerza neutral”, formada por los ejércitos de Uganda, Burundi, Ruanda y la RDC, sin darse cuenta que esas fuerzas formaban parte del conflicto armado, tenían intereses en la guerra y por lo tanto no podían ser consideradas “fuerzas neutrales”.

Además, como nos recordaba el coronel Kimba, en esa época, crear otra fuerza más en el conflicto congoleño, era sobre-militarizar la región, que ya estaba suficientemente militarizada. Entre el ejército congoleño, los cientos de grupos armados, las tropas de la ONU, el apoyo logístico de las tropas ruandesas y ugandesas a las milicias rebeldes, todo este fuego cruzado, lo único que logró fue complejizar más el conflicto, parcelar el poder militar y empantanar toda posible solución negociada.

Como señalábamos líneas arriba, lo que se requiere es un comando unificado regional, que no incluya a los ejércitos de los países que tienen intereses particulares en este conflicto. Un ejército africano, que tenga mando más ofensivo y con una capacidad real de reaccionar ante una operación armada. Recordemos que el argumento principal de la Misión Militar de la ONU, para no tener una acción ofensiva, era que no podía reemplazar al ejército congoleño. En la situación que se vivió entre los años 2,012 y 2,013 durante el conflicto con el M 23, la ONU alegaba que no era su responsabilidad la de enfrentar a un grupo armado, que para eso estaba el ejército. Lo cual era toda una contradicción, si existía la MONUSCO es porque había una debilidad del Estado, si no, entonces no se necesitaba la Misión. Todo este argumento, sonaba más a un pretexto para no hacer nada, mientras se mantiene una Misión Militar que cuesta mil millones de dólares al año.

               “la paz para el Congo pasa principalmente,
       por un dialogo político con Ruanda; por una autentica
         salida política al problema de los refugiados hutus;
         pero sobre todo por una verdadera transformación
                               del Estado congoleño”

Pero la solución definitiva al conflicto armado en la RDC, no tiene que ver solamente con estrategias militares, con planes ofensivos o con la conformación de comandos unificados; para nosotros la paz para el Congo pasa principalmente, por un dialogo político con Ruanda, el expansionista y agresivo vecino del Congo; por una autentica salida política al problema de los refugiados hutus; por el retiro definitivo y sin condiciones del actual dolor de cabeza del gobierno congoleño, las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda FDLR; pero sobre todo, por una verdadera transformación del Estado congoleño, una transformación en que la población tome parte en la decisiones políticas, de distribución y acceso a los recursos naturales, y en las decisiones que involucren sus plenos derechos de participación política y libertades democráticas.

Quien pasee por las calles de Kinshasa, no puede dejar de sentir, a pesar del mal carácter de los congoleños, las ansias de superación de su pueblo, de una juventud, llena de mil problemas, pero con anhelos de realización, un país diverso, gigante y rico, como el Congo. Un país atravesado por un conflicto armado sin resolver y una economía con muchas potencialidades, que muestra indicadores positivos solo para una minoría, mientras solo ofrece pobreza a la mayoría de la población, el Congo, siempre el Congo, esa dolorosa herida abierta en el corazón de África.





miércoles, 11 de marzo de 2015

SOMALIA – KENIA: ESA DELGADA LINEA DE FRONTERA

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Con la excusa de combatir a los yihadistas de Al Shabaab, el ejercito de Kenia decide invadir unilateralmente
y ocupar el sur de Somalia, para defender sus intereses estratégicos y económicos. 

Las imágenes que con frecuencia nos llegan de la remota Somalia, se componen de una violencia perpetua, hambruna, piratas y extremismo islámico, configurando la realidad de un “Estado fallido”.  Una idea que se refuerza con esas recurrentes visiones de jóvenes fuertemente armados y drogados en potentes vehículos, o de mujeres esqueléticas rodeadas de moscas y con niños muriéndose de hambre en los brazos.

Esta imagen acertada o errónea o quizás interesada, se ha sucedido en Somalia en las dos últimas décadas, cuando el gobierno corrupto e inestable del presidente Mohamed Said Barre, quien gobernó más de veinte años (1,9969-1,991) es derrocado por una anárquica coalición de grupos islamistas. La radicalización de estas formaciones fundamentalistas y la aparición de franquicias de Al Qaeda en territorio somalí, fue el argumento perfecto para promover una intervención extranjera en ese país. El paraguas propagandístico del discurso surgido tras el 11-S, también ha amparado ese discurso occidental, que presentaba a Somalia, de una manera sesgada como una realidad “muy peligrosa y explosiva”.

La volátil región del Cuerno de África, es escenario del enfrentamiento
del ejercito keniata y las huestes fanáticas de Al Shabaab. 
Es decir, el vacío de poder dejado por la dictadura de Said Barre, llenada casi de inmediato por los extremistas islámicos, sirvió de pretexto a las grandes potencias, para sustentar su presencia militar en Somalia, con el único fin de defender sus intereses en una región tan volátil como el Cuerno de África. Ahora, estos hechos no llegan a explicar por completo la compleja realidad somalí. Un lastre que todavía subsiste en la política de Somalia, es la idea del Gran Somalia. Si bien la estrella de cinco puntas de su bandera, hace referencia a las cinco regiones de mayoría somalí (Somalia, regiones de Etiopia, Yibuti y norte de Kenia), es un concepto que nunca se ha materializado como Estado-nación y que no cuenta con la mayoría del pueblo somalí. Pero también es un recurso dialectico utilizado por otros actores, como Kenia y Etiopia para justificar sus intervenciones.

Su vecino Kenia, es uno de los países de la región que ha sabido utilizar, para sus fines expansionistas, la vieja idea de la Gran Somalia. La afluencia de los refugiados, las acciones de piratas y los secuestros de extranjeros encendieron las alarmas kenianas. Sus dirigentes veían peligrar el negocio turístico y pesquero, claves para su economía. Por eso con la excusa de combatir a Al Shabaab, Kenia decide intervenir unilateralmente e invadir y ocupar el sur de Somalia, lo que ha empeorado la situación.

                “la aparición de franquicias de Al Qaeda
       en Somalia, fue el argumento perfecto para promover
                  una intervención extranjera en ese país

El objetivo de Kenia siempre ha sido defender sus propios intereses. A los ya citados cabría añadir el proyecto de oleoducto para transportar petróleo desde Sudán del Sur y Uganda hasta el puerto de Lamu, cerca de la frontera con Somalia y el control del negocio del carbón en el puerto somalí de Kismayo. Para ello, las autoridades kenianas estimaron oportuno crear una especie de territorio-tapón entre Somalia y Kenia ante la imposibilidad de controlar la enorme y porosa frontera que comparten. Por eso, tras su invasión tejieron alianzas con las milicias locales como Ras Kamboni (otra aliada de Al Shabaab) y permitieron la creación de una zona (Jumbaland) que reclaman su autonomía del gobierno central somalí. Eso le ha ocasionado serias disputas con Mogadiscio, que no quiere perder más territorio y con Al Shabaab, expulsada de su bastión.  

El Campo de refugiados de Daddad en Kenis, es el mayor campamento
de desplazados en el mundo, con medio millón de personas.
Pero además, en Kenia residen importantes comunidades somalíes. Un ejemplo extremo es Daddad, el mayor campamento de refugiados del mundo, instalado para acoger a 90,000 personas, pero que en la actualidad sobrepasa el medio millón de somalíes. Que viven hacinados en condiciones penosas y sujetos a todo tipo de arbitrariedades por parte de las corruptas fuerzas de seguridad keniatas.

               “Estados Unidos, ha repetido el mismo guión
           sobre su política hacia Somalia. Sus intervenciones
             directas o con apoyo de los estados vecinos han
                empeorado la situación, contribuyendo a la
                           radicalización de Al Shabaab”

Por su parte los Estados Unidos, ha repetido el mismo guión sobre su política hacia Somalia, bajo los mandatos de George W Bush y Barack Obama. Sus intervenciones directas o con apoyo de los estados vecinos han empeorado la situación, contribuyendo a la radicalización de Al Shabaab y amenazando con que el conflicto acabe extendiéndose más allá de las fronteras somalíes.

No es sencillo adivinar o predecir el devenir de este conflicto. Pero es evidente que la solución no llegará de la mano de las intervenciones extranjeras y si podría hacerlo de una combinación de formas tradicionales y modernas de gobierno y con una presencia del Estado más allá de los límites de la capital, un Estado presente en el resto del territorio, hoy en día inexistente.  Los “experimentos” que han tenido éxito en Somalia, como el breve gobierno del Consejo de ancianos en la década de los 90, antes de la intervención militar fallida de los Estados Unidos, han surgido desde abajo y nunca de imposiciones foráneas.

El pueblo somalí comparte en su mayor parte idioma, etnia, cultura y religión y sobre todo su lucha y deseo por mantener la región libre de influencias e imposiciones extranjeras. Por eso, las complejas relaciones de Somalia con Kenia, dominadas en la actualidad por las ambiciones expansionistas de su vecino sureño, demarcan una delgada línea de intereses, temores y confrontaciones entre ambos países.



lunes, 9 de marzo de 2015

PAUL KAGAME: MESÍAS  O  DICTADOR

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Es una vergüenza para el pueblo ingles y norteamericano, que fueron testigos de manifestaciones de protesta
contra Kagame, saber que sus autoridades halagan y premian al hombre que muchos consideran un asesino en serie.

La última semana del mes de enero, en sus habituales y muy concurridas conferencias de prensa, el presidente ruandés Paul Kagame, rodeado de su sequito de seguridad y de sus incondicionales adherentes, sorpresivamente se refirió a las próximas elecciones previstas para el 2,017. En tono severo, el presidente manifestó que era muy probable que no postule a una tercera elección como presidente. Ante el bullicio y las suplicas de sus seguidores, Kagame emprendió la retirada del recinto de prensa.

Por supuesto, que estas declaraciones presidenciales, nadie las cree. A esta puesta en escena, le siguieron a los pocos días, declaraciones de sus partidarios, comunicados de prensa del Frente Patriótico Ruandés -FPR- el partido de gobierno y encuestas que reclamaban y exigían la postulación de su líder y presidente.

Esta forma de manipulación y desinformación usada con mucha frecuencia, por el presidente Kagame, es una expresión de la megalomanía y el carácter autoritario de un personaje que ha hecho de Ruanda su feudo propio y de los ruandeses sus súbditos incondicionales. Pero toda esa población que sigue y aclama a su presidente. ¿Apoyan realmente a Kagame o son simples mercenarios? Este es el tipo de apoyo con que el presidente Kagame cree que cuenta, el mismo apoyo ilusorio que dicen tener otros dictadores africanos, que se inventan una realidad paralela para perpetuarse en el poder o enriquecerse con el dinero del Estado.  Al presidente ruandés no le gustó el documental de la BBC que mostraban sus mentiras y las del FPR. La historia que cuenta Kagame, y que todo el mundo se cree, es muy diferente a la situación real que lo llevó al poder hace veinte años, después del genocidio de 1,994.


            “Pero toda esa población que sigue y aclama
            a su presidente. ¿Apoyan realmente a Kagame
                       o son simples mercenarios?”

¿Es Kagame un mesías para Ruanda como nos quiere hacernos creer o es un simple dictador? Ahora mismo, es el único presidente en el mundo, que atrae a multitudes de adversarios allá donde va. Por ello su gobierno debe agenciarse de una “portátil” de simpatizantes a sueldo, para enfrentarse a sus opositores. Pero lo más lamentable, es que parte de sus simpatizantes más incondicionales, Kagame los ha encontrado entre los principales dignatarios de las grandes potencias. Los presidentes norteamericanos, republicanos y demócratas, como George Bush, Bill Clinton o Barack Obama, o los Primeros Ministros ingleses conservadores o laboristas, como David Cameron o Tony Blair, no han ahorrado elogios para describir las cualidades políticas, del poco democrático presidente ruandés.

El presidente Obama no ha ahorrado elogios para describir las cualidades
políticas, del poco democrático presidente ruandés.
Tony Blair afirmó el año pasado, en la Cumbre de Inversión para África, que Kagame era “un dirigente visionario”, mientras Bill Clinton, en una visita a Ruanda manifestó, sin ningún rubor, que su anfitrión era “uno de los mejores dirigentes mundiales de nuestra época” y el actual jefe de gobierno inglés, David Cameron parecía igual de encantado con el presidente Kagame, cuando visitó Ruanda el año pasado. Una veneración de estas características suele reservarse a personales africanas como Nelson Mandela. Sin embrago, Blair, Clinton, Bush y Cameron se estaban refiriendo al cuestionado y autoritario presidente Paul Kagame.

Es una pena y una vergüenza para el pueblo inglés y norteamericano, que fueron testigos en varias oportunidades, de manifestaciones de protesta y de lanzamiento de huevos, saber que sus autoridades halagan y premian, a un hombre que muchos consideran un asesino en serie. El hecho que varios gobiernos democráticos, sigan extendiendo la alfombra roja al presidente Kagame, mancha el orgullo y la reputación democrática de los pueblos de esos países. Además, estas mismas potencias gestionan ingentes donaciones y créditos a Ruanda, que caen en manos de Kagame, para supuestamente reconstruir su país, luego del genocidio. En lugar de esto, el mundo debería advertir a Kagame, de que podría enfrentarse a persecuciones legales por los asesinatos cometidos por el pueblo ruandés y por otros crímenes contra la humanidad perpetrados, durante largo años contra su vecino, la República Democrática del Congo -RDC-. 

Paul Kagame quiso reescribir la historia de su país, desde la perspectiva
del vencedor, imponiendo un régimen represivo y autoritario.
Un país que sufrió el hostigamiento militar, las invasiones de grupos rebeldes y el saqueo de sus recursos naturales de manos del gobierno de Kagame. Es una vergüenza, que el presidente de Ruanda pueda asistir frecuentemente a eventos internacionales y sentarse con otros jefes de Estado para discutir acerca del desarrollo, el respeto a los derechos humanos, el avance de la democracia en el mundo, cuando él mismo ha negado los derechos más básicos y fundamentales a su propio pueblo.

Paul Kagame está convencido que es: el reconstructor de Ruanda, el padre de su segunda independencia, porque simplemente él y el FPR salieron vencedores, con el apoyo de los Estados Unidos y otras potencias, del genocidio oficial de 1,994. Con la entrada de los guerrilleros tutsis del FPR  a la ciudad de Kigali, ese año,  se puso fin al llamado “genocidio oficial” aquella matanza que solo reconoce la historia. Porque de las brutales represalias de los tutsis contra los hutus, de ese genocidio solo hay silencio. 

Los jefes militares del FPR pasaron a ser el gobierno de Ruanda, desde esa posición siguieron persiguiendo y asesinando a los refugiados hutus, que habían huido en estampida de las ciudades, para refugiarse en la antigua Zaire. Desde ese momento empezó el genocidio del pueblo hutu, el no reconocido por la historia oficial, pero ¿Por qué? Porque simplemente, estas acciones de exterminio estuvieron apoyadas militar y diplomáticamente, por las grandes potencias, porque las empresas transnacionales mineras de esos países, que tienen muchos intereses económicos en la región de los grandes lagos (que comprende a la RDC, Burundi, Uganda y Ruanda) tenían que estabilizar esta estratégica región y ante esta situación el FPR le era muy funcional a sus intereses.

               “El gobierno ruandés durante estos años,
         ha asesinado a opositores, periodistas y activistas,
        desplegando unos recursos humanos y económicos
   inmensos para manipular e imponer esta historia oficial”

Luego de un gobierno de transición que él lo presidio, se convocaron a elecciones en el 2,003 y en el 2,010, unas amañadas y poco transparentes elecciones que le dieron el triunfo. Kagame logró estabilizar económica y políticamente su país,  a costa de sus inocultables ambiciones autoritarias y expansionistas. Paul Kagame quiso poner punto final al genocidio que sufrió su país, reescribiendo la historia desde la perspectiva del vencedor, imponiendo a su pueblo un régimen represivo y autoritario, a cambio de una estabilidad política y económica.

El gobierno ruandés durante estos años, ha asesinado a una larga lista de opositores, periodistas y activistas, desplegando unos recursos humanos y económicos inmensos para manipular e imponer esta historia oficial, tratando de ocultar sus propios crímenes.

Si el mundo y en especial las grandes potencias, que se han comportado todo este tiempo como los amigos, aliados y cómplices de Kagame, continúan ignorando las lágrimas de los ruandeses y congoleños, el costo tanto económico, como en pérdidas humanas será muy elevado.