miércoles, 19 de agosto de 2015

¿QUIÉN  MANDA  EN  LIBIA?

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

En la estratégica región del Magreb, entre la revolución "continua" que se vive en Egipto, la precaria estabilidad
de Túnez y el peligro de los yihadistas enclavados en el sur de Argelia, se ubica Libia, que luego de
cuatro años, la crisis existente ha impedido constituir un gobierno estable.


En la actualidad, cuatro años después del inicio de la aventura belicista de las potencias occidentales contra el gobierno libio, cabe preguntarse, ¿Quién manda en Libia? El otrora país con los más altos estándares de vida del continente africano, la nación con los mayores recursos petrolíferos e hídricos del Magreb, ahora está sumida en una crisis total y cerca de convertirse en un “Estado fallido”, si no lo es ya.

La situación catastrófica que vive Libia, pasa por lo ocurrido en el 2,011, cuando occidente estimuló las inconformidades de algunos grupos sociales que exigían al gobierno ser reconocidos y que aceptaran sus reglamos, mediante manifestaciones tribales marcadas por un gran acento étnico-religioso. Ante estas demanda, aparentemente justas y en un contexto regional de revueltas populares, en lo que se llamó la  “primavera árabe”, las potencias occidentales y el aparato militar de la OTAN, montaron un bien planificado operativo de desestabilización política, orientado a tumbarse a regímenes adversos y hostiles, como Libia o Siria.  

No podemos olvidar, que el 17 de marzo del 2,011, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ONU, emitió la resolución 1973, que declaraba el establecimiento de una zona de exclusión aérea autorizando a los Estados miembros de la ONU el uso de “todas las medidas que sean necesarias” para proteger a la población civil de Libia, con exclusión expresa del uso de fuerzas de ocupación en cualquier lugar del territorio. Lo ocurrido después, fue otra burla más para el sacro santo Consejo de Seguridad, por cuanto la aviación de la OTAN no tardó en bombardear el territorio de esa nación árabe hasta que fue “capturado, torturado y asesinado como un perro el presidente Muhamar al Gadafi” como lo describe acertadamente el ex presidente ghanés Jerry Rawlings, en una reciente entrevista.

“En un contexto regional de revueltas populares, las potencias occidentales montaron un bien planificado operativo de desestabilización política, orientado a tumbarse a regímenes adversos y hostiles, como Libia o Siria”  

El 19 de marzo de ese año, Francia, cuyo gobierno siempre tuvo hegemonía en lo que al uso de la fuerza se refiere, lanzó contra el territorio libio, una ofensiva con 20 aviones de guerra, incluyendo los potentes cazas Rafale y una cuadrilla de Mirage 2000, entre otros. La situación de caos fue tal, que solo en los primeros cuatro meses de enfrentamientos la cifra de muertos sumó entre 10 mil y 15 mil personas, principalmente entre la población civil.

Un Estado que contaba por esos años, con las reservas de petróleo más grandes de África y la novena en el mundo y que producía 1,8 millón de barriles por día, lo que le garantizaba 63 años de reservas al ritmo de producción, ha sido llevado a precarias condiciones de inestabilidad, unido a una pobreza jamás vivida y a la falta de perspectivas para una solución que beneficie al pueblo.

Por tratarse de un petróleo liviano y por su bajo costo de producción, el gobierno libio antes de la invasión militar, concibió planes de desarrollo y mejoras económicas y sociales que la hacían acreedora a un aceptable beneficio, no obstante diferencias marcadas en algunos lugares del país. Cuando occidente logró su objetivo de tumbarse al gobierno libio, abrió las puertas de los recursos energéticos a las transnacionales petroleras extranjeras, generando entonces el peor desenlace.

Organizaciones yihadistas como Ansar Al Sharia y el ya conocido Estado
Islámico EI han expandido su nefasta influencia violentista
en esta devastada Nación.
Las diferencias sociales se acentuaron, la violencia tribal lejos de acabarse se exacerbó; en un país tradicionalmente laico y en donde la mujer había logrado alcanzar sus plenos derechos, entraron en juego diversos grupos yihadistas como Al Qaeda y el Estado Islámico, fracturándose el país y haciéndose verdaderamente ingobernable y por lo tanto inviable.

En medio de este infierno, que ha significado estos cuatro años de intensos enfrentamientos, en la actualidad dos gobiernos se disputan el poder, mientras los yacimientos petroleros, fuente de la riqueza de la Nación, están en manos europeas y norteamericas. En Libia hay dos primer ministros, dos parlamentos y dos ejércitos -al menos formales, sin contar el archipiélago de grupos armados que existen en todo el país-. Ambos luchan por imponerse desde ciudades distantes a más de 1,300 kilómetros de distancia. Uno de los gobiernos tiene su sede en Trípoli, la capital y el otro se encuentra refugiado en la ciudad de Tobruk, pero es reconocido por la comunidad internacional.

“Las diferencias sociales se acentuaron, la violencia tribal lejos de acabarse se exacerbó; en un país tradicionalmente laico, entraron en juego diversos grupos yihadistas como Al Qaeda y el Estado Islámico” 

En Tobruk radica el parlamento, que tiene su sede en un hotel. Esta entidad del poder legislativo, sin poder real, lucha por establecer desde una constitución, hasta instituciones que permitan administrar el país, aunque no controlan sus tres principales ciudades. Ahora, el gobierno de Tobruk está en la práctica acéfalo, luego de la sorpresiva renuncia, esta semana, de su primer ministro Abdulá al Thinni, por discrepancias con sus ministros, en lograr un acuerdo para que su gobierno y el de los rebeldes asentados en Trípoli compartan el poder. Un acuerdo que para muchos no tiene futuro.

La importante ciudad de Bengasi, está controlada por grupos islamistas y Misrata, la ciudad con el mayor enclave portuario es leal a las rebeldes autoridades de Trípoli, donde está instalado el gobierno rival. El gobierno de la capital lo dirige la organización Fayer Libia -Amanecer en Libia- integrada mayoritariamente por misratíes (habitantes de la ciudad de Misrata) que el año pasado instauraron el llamado “Gobierno de Salvación”, que fue una fuente de inestabilidad política.

Así las cosas, Libia está profundamente dividida, sus dos gobiernos, no solo luchan por tener más poder y así controlar el país, sino también por contar con el apoyo de las milicias armadas que han desatado la violencia. El martirio que vive Libia, tomó mayor violencia a causa de la presencia de grupos terroristas de filiación yihadista. Organizaciones como Ansar Al Sharia y el ya conocido Estado Islámico están expandiendo su nefasta influencia en esta devastada Nación.

A estas alturas, está claro que fue peor el remedio que la enfermedad. El resultado de la invasión militar de occidente, para derrocar a Gadafi, a generado un país con grandes e insalvables rivalidades, que cuestan miles de vidas humanas y destrucción. Más que fallido, Libia está cada día más cerca de ser un Estado inexistente, en donde recurrentemente surge la pregunta: ¿Quién manda en Libia? 




viernes, 10 de julio de 2015

GUINEA  BISSAU:
¿HACIA  UN
NARCOESTADO?

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Las Fuerzas Armadas de Guinea Bissau, son un poder fáctico en el país. El último golpe de Estado del 2,012 fue
expresión de las pugnas internas por el control del trafico de drogas.

No hay una definición concluyente. Pero se ha venido usando el termino narcoestado, para aplicarlo a los países donde el negocio de la droga logró captar a las más altas autoridades y hacerlas gobernar para él. Son emblemáticos los casos en América Latina, de Manuel Antonio Noriega en Panamá o Luis García Meza en Bolivia durante los años ochenta, comprobados y activos narcos al mando de sus respectivos países.

El esquema estándar es el surgimiento de un poder estatal máximo que concede total libertad para el ilícito negocio, lo  cual incluye la resistencia  a las iniciativas contra la droga que vienen del exterior y un total control de los poderes e instituciones del Estado por parte de la organización criminal. Es así que naciones con inestabilidad política, debilidad institucional, aguda corrupción estatal o precario control fronterizo, son aprovechadas fácilmente por los cárteles de la droga. En África un país que calzaría perfectamente con estas características sería Guinea Bissau.

Una nación con una esperanza de vida de 45 años, una tasa de analfabetismo del 44.7%, una posición en el Índice de Desarrollo Humano de 177 sobre un total de 187 países observados, una economía de supervivencia basada en la agricultura y la ganadería. Además, un país que ha vivido asolado por golpes de Estado, guerras internas, conflictos fronterizos y hasta magnicidios. Este es el retrato rápido que se puede hacer de un país como Guinea Bissau, la antigua colonia portuguesa, la más pequeña en el territorio continental africano, la que alcanza su independencia en setiembre de 1,974, por un efecto domino de la famosa Revolución de los Claveles en Portugal.

Es un país con cerca de 400 kilómetros de litoral, en su mayor parte
manglares. Un archipiélago compuestos por más de 80 islas.
El desmoronamiento de la presencia portuguesa en África empezó precisamente ahí. El general Antonio Spínola, que a partir de la Revolución de los Claveles desempeñaría un papel relevante al ser el primer Presidente de la República nombrado tras el triunfo de los coroneles, ejerció allí como Gobernador General. Lo que vio en Guinea influiría probablemente en su propuesta de salida del conflicto colonial por la vía política y no por la militar. Pero de esa Guinea, como pivote central en el tablero de la descolonización africana, no queda nada.

El Estado de hoy se debate en la lucha por la supervivencia de sus ciudadanos. Aunque la situación ha mejorado desde el 2,012, cuando se produjo el enésimo golpe de Estado que se llevó por delante al gobierno del Presidente Carlos Domingo Gómez, exponente máximo del liberalismo económico y del reformismo militar. Sus moderados intentos de reformar a las Fuerzas Armadas FF.AA. guineanas, a través de una misión militar angoleña, cuyo objetivo era profesionalizarlas y sacudirlas de su excesivo poder, fue lo que desencadenó la asonada golpista que termino un año después con la convocatoria de unas elecciones presidenciales tuteladas por esas mismas FF.AA.

          “Guinea es un país asolado por golpes de Estado,
                  guerras internas, conflictos fronterizos
                              y hasta magnicidios”

En el plano económico, en los últimos años en Guinea Bissau ha entrado mucha inversión china, atraída por la presencia de ingentes yacimientos de minerales en el subsuelo. Así, como es su costumbre, China pagó la reconstrucción del antiguo Palacio del Gobernador General, hoy convertido en la residencia oficial del Presidente de la República y está costeando el pago de la construcción del nuevo Palacio de Justicia. Además, de estas inversiones en infraestructura urbana, en Guinea Bissau se está consolidando un puerto franco para impulsar el eje África-China. La semana pasado un grupo de empresarios chinos llegaron a Bissau para estudiar diversas áreas de inversión. Según un comunicado del Ministerio de Economía de Guinea, los empresarios van a identificar oportunidades de inversión en los sectores de energía, agricultura, pesca e industria.

El 60% de la cocaína que llEga a Europa, pasa a través de los países del
África occidental, como Guinea Bissau, para luego ser trasladada
hasta las costas del Mar Mediterráneo.
Pero los chinos no son los únicos extranjeros que frecuentan este país, sobre su territorio se encuentra instalada una misión militar de mantenimiento de la paz de la Naciones Unidas desde el año 2,006, comandada por soldados de Nigeria. Lo cual se ha convertido en una presencia habitual en este país, por su crónica inestabilidad política. En los últimos tiempos, Guinea viene siendo además el centro de los análisis internacionales sobre el tráfico de estupefacientes, que la definen deshonrosamente, como un narcoestado. El término ha generado cierta polémica. La doctrina está dividida. Como lo señalábamos líneas arriba, los más puristas consideran que en rigor, un narcoestado es aquel que se financia exclusivamente a través del narcotráfico y dado que este no es el caso de Bissau, no entraría en dicha categoría. Otros consideraran que sí se trataría de un narcoestado, desde el momento en que parte de la administración recibe dinero a cambio de hacer la vista gorda al uso de su territorio para el tráfico de drogas entre América y Europa.

Según datos de las Naciones Unidas, en los últimos años el 60% del total de la cocaína que se vende en los países europeos, estamos hablando de más de 280,000 toneladas de cocaína al año, pasa a través de los países del África occidental. Es así que naciones como Guinea Conakry, Liberia, Sierra Leona, Nigeria y principalmente Guinea Bissau, se han convertido en puntos claves de recepción de esta droga, proveniente de los centros de producción como Perú, Colombia o Bolivia. Para luego atravesar un corredor desértico conformado por los países de tránsito de la droga como: Malí, Níger o Mauritania, para luego desembocar en las costas del Mediterráneo a tiro de piedra de los países europeos.

           “Por su inestabilidad política, corrupción estatal
               y precario control fronterizo, Guinea Bissau
                    se ha convertido en un punto clave
                        para los cárteles de la droga”

Un signo flagrante de la presencia del narcotráfico en la economía de Guinea Bissau, es lo que muestra a diario la prensa escrita de este país. Noticias que parecen sacadas de una serie de televisión sobre mafias colombianas: casas lujosísimas a medio construir en medio de ninguna parte; coches de alta gama, como Audi TT o Porsche Cayenne circulando por calles sin asfalto o historias fantásticas que se escuchan en la capital. Historias que carecen de cualquier tipo de rigor, pero que alimentan la leyenda de una actividad delictiva que todos los guineanos conocen, muchos se benefician de ella, pero que todos callan.

Relatos que hablan de fardos de cocaína de alta pureza, que fueron encontrados por los habitantes de una población rural, pero que la usaban para dibujar líneas de demarcación en improvisados campos de fútbol. Otros más dramáticos, como la muerte por intoxicación de familias enteras al usar la cocaína como alimento, al creer que se trataba de harina. Realidad o mito lo cierto es que el Estado guineano carece de medios suficientes para controlar un territorio con casi 400 kilómetros de litoral, que en su mayor parte son manglares compuesto de un archipiélago de más de ochenta islas, muchas de éstas con pistas de aterrizaje clandestino. Imposible controlar un territorio con escasos efectivos,  con patrullas costeras en precarias condiciones y una cúpula militar con evidentes vínculos con las mafias del narcotráfico.

El riesgo que organizaciones criminales de todo tipo campeen a sus anchas por el territorio guineano es alto. En un país en donde las condiciones sociales y económicas son tan precarias, la capacidad de corromper es inversamente proporcional a los medios con que se cuenta. Añadido a esto, habría que advertir: la expansión cada vez mayor de la cocaína en el mercado guineano; la consolidación de zonas de mercadeo interno; el incremento de grupos dedicados a la importación clandestina de la droga; la formación de grupos de sicarios que controlan regiones en el interior y el perfeccionamiento de las modalidades de lavado de activos, por todo ello se debería interpelar al Estado y a la sociedad guineana por el incremento de este fenómeno delictivo. Las fuerzas de seguridad y la clase política les deben una explicación a los guineanos.

             “En un país en donde las condiciones sociales
              y económicas son tan precarias, la capacidad
               de corromper es inversamente proporcional
                        a los medios con que se cuenta”

Pero a pesar de este panorama desolador, el primer semestre de este año arroja noticias positivas para uno de los países más pobres de la tierra. A fines del mes de marzo se celebró en Bruselas una Conferencia Internacional de Donantes que acordó la creación de un fondo de 1,000 millones de euros a distribuir en una década, para el desarrollo de Guinea Bissau. En juego está, no sólo la posibilidad de seguir impulsando el proceso democratizador, iniciado en el 2,013, sino la reconstrucción institucional y económica del país. Del éxito de este programa de ayuda depende también la estabilidad política de Guinea. Un Estado débil que apenas si tiene capacidad de "golpear" en un mismo lugar del territorio a la vez y sobre el que se cierne también la amenaza yihadista.

Esa vulnerabilidad geográfica e institucional que se advierte en Guinea Bissau, podría convertirla, en breve tiempo, en un nuevo Estado títere de los movimientos fundamentalistas de raíz islámica que ya amenazan la estabilidad de países como Malí, Chad, Mauritania o Libia y para los que parece ser muy atractiva la idea de una salida directa al Océano Atlántico, importante y estratégica vía marítima, por la cual llegan anualmente a las costas de Guinea cientos de miles de toneladas de cocaína.   



lunes, 6 de julio de 2015

IDRISS  DÉBY:
EL  NAPOLEÓN  AFRICANO
Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

La prensa adicta al gobierno del presidente chadiano Idriss Déby, no tiene ningún empacho en calificar a su
mandatario como el "napoleónico" gendarme africano.

La prensa chadiana, muy propensa a exaltar las cualidades de estadista de su presidente, en estos días no pierde oportunidad en enaltecer las dotes de gran estratega militar del mandatario Idriss Déby, a propósito de la última ofensiva armada del Ejército Nacional de Chad, contra las bases militares de las huestes terroristas nigerianas de Boko Haram, instaladas tanto en el territorio de su vecina Camerún, como en el propio suelo nigeriano.

Ni los brutales ataques terroristas, que asolaron a la misma capital chadiana, no han menguado el prestigio, ni la gran reputación de su líder máximo. “El Chad no se había comprometido en la lucha contra Boko Haram esperando escapar sin daño. Sabíamos desde el principio que había un precio que pagar. La guerra contra Boko Haram no ha terminado. Pero sabemos que vamos a ganar. Contamos para ello con un gran ejército, el más poderoso de la región y con un gran general, estratega y invencible, el napoleónico Idriss Déby”, parte del insólito editorial del diario chadiano “Le Vespéral” publicado el pasado 16 de junio.

A pesar de lo que escriba la genuflexa prensa chadiana, Idriss Déby no es un Napoleón africano, aunque muchos de sus seguidores lo consideren así. El mandatario del Chad, es simplemente un caudillo muy hábil, que durante un cuarto de siglo, ha sabido esquivar a sus enemigos, evitando los golpes bajos y logrando salir bien parado de situaciones críticas, siempre con la ayuda de Francia, su antigua aliada y cómplice. Logrando sobrevivir en una región africana particularmente inestable. En el antiguo “imperio colonial francés”, donde muchos jefes de Estado están sentados en asientos eyectables, él es un ejemplo de estabilidad.

Un joven Idriss Déby en los años ochenta, como jefe rebelde
de las guerrillas del Ejército del Norte.
Pero esta longevidad política no es una casualidad. Es el fruto de una inteligencia táctica, que sus adversarios la califican de maquiavélica. Combinada con una total falta de escrúpulos, que lo llevado a eliminar físicamente a sus opositores y aterrorizar a sus adversarios, lo que le ha ganado el calificativo de tirano y acusaciones reiteradas de crímenes contra la humanidad. Pero, como el buen Idriss es reelegido en elecciones pluralistas, aunque amañadas y fraudulentas, permanece como un fiel demócrata y un aliado incondicional de su antigua metrópoli y en recompensa, Francia le ha otorgado durante todo este tiempo, una confianza casi ilimitada.

Aunque Idriss Déby empezó su vida pública como un militar disciplinado, sin saberlo o quizás sin quererlo, jugó como una pieza de recambio a favor de los intereses de franceses, luego que el otrora poderoso Hisséne Habré, se desmarcara demasiado de los parámetros impuestos desde Paris. En 1,990 las tropas de Déby se enfrentaron con el ejército del ex-dictador Habré, hasta que el 2 de diciembre ocuparon la capital del país, la ciudad de Yemena, haciéndose del gobierno y nombrando a Déby nuevo presidente. Idriss Déby es un hombre con suerte, ha visto caer al más profundo abismo, tanto a su antiguo compañero de aventuras Hisséne Habré, como a su aliado y socio africano Moamar Gadafi, en ambos casos por la ingrata e inapelable y muy temida decisión de Francia.

         “Déby ha logrado sobrevivir en una región africana
            muy inestable. En donde muchos jefes de Estado
                    están sentados en asientos eyectables,
                        él es un ejemplo de estabilidad”

Pero el presidente de Chad, no parece que vaya conocer un destino tan funesto. Todo parece indicar que goza de una posición más ascendente ante la política francesa. Especialmente, gracias a la renta del petróleo que ha empezado a ser explotada desde hace unos diez años y gracias a un aguerrido ejército, el más profesional, mejor entrenado y con mayor equipamiento en toda el África francófona. Profesionalismo y eficiencia ganada durante los largos años que tuvo que lidiar, con los más diversos grupos rebeldes, de todo signo: ideológico, tribal o confesional y teniendo como escenario de estos conflictos, los inhóspitos y temerarios desiertos chadianos.

El ejército chadiano es el más profesional, mejor entrenado y con mayor
equipamiento militar de toda el África francófona. 
La eficacia militar de los ejércitos de Déby, también le han prestado asistencia a los militares franceses en su lucha contra el terrorismo en el norte de Malí, asimismo, ha desempeñado temporalmente el papel de Cascos Azules en la República Centroafricana RCA, después que Déby sembrara de muerte y desorden, al armar y financiar a las milicias de Seleka, y ahora prestando sus servicios al norte de Camerún, contra la ofensiva de Boko Haram. Es decir, todo el aparato militar, del mejor ejercito de la región, al servicio de los intereses geopolíticos de Francia. Con esta ejecutoria, es más que seguro, que Idriss Déby, tenga asegurado un lugar privilegiado en el Parnaso francés erigido para los tiranos consentidos. 

Pero volviendo a lo que la prensa chadiana está elogiando con tanta elocuencia durante estos días, es decir, a la ofensiva militar del Chad contra el terrorismo yihadista; habría que preguntarse: ¿Qué mosca le ha picado a Déby para que ahora ataque a Boko Haram, un movimiento terrorista al que abrigó no hace mucho tiempo? ¿Está quizás tocado por la gracia de la lucha contra el terrorismo? ¿Actúa solo por cuenta de Francia o tienen un juego propio en la región? Lo cierto, es que desde el mes de abril de este año, sus ejércitos han llegado al norte de Camerún con cientos de hombre y de vehículos militares, para hacer de policías, en un país totalmente incapaz de defenderse por sí mismo. Camerún gobernado por Paul Biya desde hace 33 años, dispone sin embargo de un ejército de cuarenta mil hombres. Pero son militares insuficientemente capacitados y escasamente equipados, en razón: de la endémica corrupción de los generales cameruneses, que desvían buena parte de los presupuestos militares, y sobre todo de la desconfianza de Biya hacia los hombres vestidos de uniforme, lo que ha permitido, hasta ahora, evitar ser derrocado por un golpe de Estado.

Camerún, el otro aliado de occidente tiene un aparato militar de pacotilla, en comparación con la del Chad, dotado de aviones Shukhois de fabricación rusa, helicópteros de combate Mi24 y Mi17 y desde hace algunos meses de los caza bombarderos Mig29, contando también con una unidad anti-terrorista formada y adiestrada por militares norteamericanos desde el año 2,004.

     “Para atajar la amenaza yihadista, el gobierno chadiano
        acaba de ejecutar un gigantesco operativo de capturas
           deteniendo en Yamena, a miles de sospechosos de                                       tener simpatías con Boko Haram”

Ahora, al desplegar tal fuerza ofensiva contra Boko Haram, Déby sabía que corría el riesgo de ser atacado en su propio suelo por esta organización yihadista, quien disponía de una base de retaguardia en Níger y venía llevando a cabo acciones armadas en Camerún, con el objetivo de implantarse también, en la vecina República Centroafricana RCA.  Para atajar está continua amenaza, el gobierno chadiano acaba de ejecutar un gigantesco operativo de capturas y redadas, deteniendo en la ciudad de Yamena, a más de mil sospechosos de tener simpatías yihadistas.

Pero como se vio en Nigeria, la respuesta exclusivamente militar a la barbarie de los barbudos, no conlleva a la reducción de sus acciones, ni a la mengua de su expansionismo en la zona. En un país completamente corrupto, como la Nigeria que dejó el presidente Jonathan, las poblaciones del Norte, que se sienten abandonadas del poder de Lagos, continúan aportando un apoyo pasivo a los islamistas nigerianos, con la complicidad de las elites y los políticos locales, disgustados por su condición de eternos marginados. El nuevo gobierno del presidente Buhari, debe saber que sin medidas políticas y sociales destinadas a reducir su influencia, el yihadismo en Nigeria no va ser derrotado de manera duradera.

Confiado en su buena estrella, que le ha permitido librarse sin daño, de la aventura contra los islamistas malienses, Idriss Déby no hace consideraciones, ni cálculos políticos. Al mandar a sus tropas contra Boko Haram, como buen estratega militar, Déby espera matar dos pájaros de un tiro. 1.- Proteger los intereses económicos de su propio país, totalmente encerrado geográfica y económicamente. El Chad no dispone de otra salida que Camerún para asegurar su abastecimiento, mediante una línea de ferrocarril y para sacar su petróleo, a través de un oleoducto de un millar de kilómetros. Dos cordones umbilicales amenazados por la presencia de Boko Haram. 2.- Fortalecer su estatus de gobernante ineludible y confiable ante los ojos de occidente y en especial de Francia, para seguir siendo, no solo el napoleónico gendarme africano, sino el tirano consentido que tanto necesita occidente en África.







sábado, 6 de junio de 2015

LA  CRISIS  EN  BURUNDI:
LA TRAMPA
RUANDESA

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Las masivas protestas populares contra la ilegal candidatura del presidente Nkurunziza en las próximas elecciones
presidenciales, han generado una brutal represión militar en Burundi, precipitando a este país
hacia una impredecible, como peligrosa guerra civil.

La actual situación de inestabilidad y anarquía política, que se vive en Burundi, está precipitando aceleradamente a este país, hacia un abismo de caos y violencia sin retorno. La terca y tozuda aptitud del presidente burundés Pierre Nkurunziza, de postular a un ilegal e inconstitucional tercer mandato presidencial, está poniendo en peligro la frágil estabilidad, no solo de su país, sino de toda la estratégica región de los Grandes Lagos.

A medida que la violencia se intensifica, especialmente en la capital Bujumbura, la Cruz Roja de Burundi ha informado que al menos 25 personas han muerto, mientras el número de detenidos, según cifras oficiales, bordearían las 190 personas encarceladas por delitos contra el Estado. Según la Organización Internacional para las Migraciones OIM, la cifra de los desplazados, que han cruzado las  fronteras de los países vecinos en busca de refugio, bordea las 140,000 personas. Se calcula que cerca de 70,000 están en Tanzania, 50,000 han logrado llegar a Ruanda y 20,000 ya se encuentran en la República Democrática del Congo RDC.

Esta emergencia humanitaria se ve agravada, desde hace dos semanas con la aparición de un brote de cólera, en los campos de refugiados burundeses en Tanzania. Según la organización Médicos Sin Fronteras MSF, las víctimas mortales de esta epidemia sobrepasarían las 35 personas, sumándose a los 3,000 casos comprobados de esta grave enfermedad. Asimismo, MSF habría informado, que han aparecido los primeros casos de cólera entre los 50 mil desplazados que han llegado a territorio ruandés. 

Son más de 140 mil personas que han huido de Burundi, escapando de la
represión militar. 50 mil de ellos se encuentran en la vecina Ruanda.
Esta afluencia de refugiados hacia Ruanda, ha activado todas las alertas sanitarias y de emergencia en el gobierno de Kigali. Hasta el punto que el propio presidente Paul Kagame, ha tendido su mano solidaria a su hermano en desgracia: “Se tomarán las medidas necesarias inmediatas para garantizar la protección a la población burundesa y actuaremos humanitariamente para restaurar la paz en ese país hermano”, señaló casi conmovido el mandatario ruandés.

Habría que reconocer que estas declaraciones de Kagame, no son una simple postura o exageración. La historia, ubicación geográfica y composición demográfica de estos dos países, han consolidado a través del tiempo, una estrecha relación entre ambos. Al margen de reconocidas coincidencias y divergencias históricas, Burundi y Ruanda están unidos por un pasado violento y en los últimos tiempos, por una marcada deriva autoritaria.

La actual crisis institucional, política y de legitimidad que atraviesa  Burundi, dada las condiciones actuales, habría que analizarla bajo los condicionamientos, intereses y gravitación que tiene el gobierno de Kigali, sobre la coyuntura que vive el régimen de Bujumbura.

Estos dos minúsculos Estados, están unidos, efectivamente, por diferentes aspectos: por el mismo pasado colonial; el mismo paisaje dominado por colinas; la misma superpoblación, entre las más elevadas de África (con 400 habitantes por kilómetro cuadrado) el mismo pueblo desde el punto de vista étnico, donde la mayoría hutu, conviven con la minoría tutsi y twa, quienes tradicionalmente han permanecidos marginados; con una misma y única lengua, hablada a ambos lados del río Akanyaru, que constituye la frontera entre los dos países. Sin embargo, estos dos Estados, que recuperaron su independencia plena, el 1 de julio de 1,962 han experimentado una evolución política diametralmente opuesta, pero que a partir de ahora, podrían estar coincidiendo en un proyecto autoritario común.

      “Según la OIM, la cifra de los desplazados de Burundi, 
       bordea las 140,000 personas, 70,000 están en Tanzania,
               50,000 han logrado llegar a Ruanda y 20,000
                          ya se encuentran en la RDC”


Ambos pises, fueron colonias del África oriental Alemania hasta 1,916, estuvieron luego bajo mandato belga por decisión de la Sociedad de Naciones y a continuación, bajo tutela del mismo país por orden de la ONU en 1,946. Las dos potencias coloniales (Alemania y Bélgica) se apoyaron en las monarquías feudales que reinaban en estos territorios antes de su llega, para administrarlas sin desbaratar demasiado las costumbres y las creencias locales. A la hora de concederles la independencia, bajo el torbellino de la marea independentista de los años sesenta, Bélgica avaló los hechos consumados en Ruanda, donde una revolución popular había derrocado a la monarquía feudal, y en Burundi, donde la monarquía no había sucumbido.

El frustrado golpe de Estado contra el dictador Nkurunziza, que despertó
la alegría y el respaldo de la mayoría del país, dio paso a una mayor
represión y a la restricción de las libertades democráticas. 
De esta forma, al llegar la independencia en 1,962, Ruanda se convertía en una república democrática dominada por los hutus y Burundi se mantenía como monarquía gobernada por una dinastía tutsi. Desde entonces, los dos países vecinos no han dejado de divergir políticamente, ni de influir, deliberadamente o por contagio, uno en los acontecimientos del otro.

En Ruanda, los monárquicos feudales tutsis, que no concebían la idea de vivir en un país gobernado por sus antiguos siervos hutus, abandonaron el país y se replegaron, en su mayoría, a Burundi. Desde allí prepararon y lanzaron, en reiteradas oportunidades, operaciones militares para intentar recuperar el poder, aprovechándose de la debilidad de la joven república. Mientras tanto en Burundi, la monarquía fue abolida en 1,966, pero solo se trató de una revolución palaciega, ya que fueron los militares tutsis los que se hicieron con el poder. En 1,972 esos mismos militares, so pretexto de un golpe de Estado fallido urdido por los hutus, perpetraron una de las peores masacres de la región, donde murieron más de 500,000 hutus burundeses. Algunas fuentes calificaron esta matanza como genocidio, pero la comunidad internacional miró a otro lado. Ante esta carnicería, varios miles de hutus encontraron refugio en la vecina Ruanda.

En 1,990, los descendientes de los monárquicos feudales ruandeses, que habían logrado alistarse en los ejércitos de sus países de acogida, lanzaron un ataque para recuperar el poder en Ruanda. La consecuente guerra duró más de tres años. En agosto de 1,993, los rebeldes tutsis y el gobierno ruandés de entonces, firmaron los famosos Acuerdos de Arusha en Tanzania, que otorgaba a los tutsis todos los puestos públicos y militares que reivindicaban, a cambio del cese de las hostilidades.

Mientras un antiguo refugiado hutu burundés, que había vivido y estudiado en Ruanda, Melchior Ndadaye, regresaba a su país, que había permitido el multipartidismo en favor de la apertura democrática, para ejercer sus derechos políticos. Para asombro de todos, este refugiado recién llegado a Burundi, venció en las presidenciales de junio de 1,993, al dictador tutsi, el mayor Pierre Buyoya. Sin embargo, no duró más de tres meses en la presidencia, en octubre del mismo año, los militares tutsis, que no toleraban tener como comandante en jefe –aunque fuera simbólicamente- a un hutu, lo sacaron de su cama, lo arrastraron por las calles de Bujumbura y lo torturaron en el comedor de los oficiales, antes que un cabo tutsi, lo estrangulara. Algunos piensan que Paul Kagame, que actuaba entonces, en connivencia con los oficiales tutsis burundeses y que en la actualidad, cuenta entre sus filas con numerosos combatientes procedentes de este país, como el actual general Jean Bosco Kazura, se encuentra en el origen y planeamiento de este asesinato.

                “Desde su independencia, los dos vecinos
                  no han dejado de divergir políticamente,
              ni de influir, deliberadamente o por contagio,
                    uno en los acontecimientos del otro”

Tan pronto se conoció, la noticia cayó como una bomba en Ruanda. Los partidos de la oposición, a los que el Frente Patriótico Ruandés FPR de Kagame había conseguido engañar, diciendo que el objetivo común era derrocar a Juvenal Habyarimana, el presidente hutu ruandés, y que después se repartirían el botín, abrieron los ojos. Ante la guerra civil que se desató en Burundi y los temores de inestabilidad, que podría expandirse en la región,  las diversas organizaciones políticas ruandesas se alejaron del FPR y apostaron por defender el régimen democrático.

Como antes, en la actual crisis en Burundi, los intereses de la vecina Ruanda
la hacen intervenir e influenciar en la política burundesa. 
Frente a esta contrariedad, el FPR no le quedaba más opción que la de provocar el caos, perjudicando la vigencia de los Acuerdos de Arusha y el lanzamiento de una ofensiva generalizada para hacerse con todo el país, mediante el asesinato del presidente Habyarimana, el 6 de abril de 1,994, dando inicio al llamado “genocidio ruandés”. Una vez más, los acontecimientos en Burundi influían en Ruanda y viceversa.

Desde hace algún tiempo, existían fuertes indicios que mostraban que Ruanda, estaba tratando de influenciar en el curso de los acontecimientos políticos en la vecina Burundi. La evolución política en este país, tras la guerra civil (1,993-2,005), no ha sido en absoluto del agrado de Paul Kagame, que al término de la contienda burundesa, ya llevaba más de una década en el poder en Ruanda. Los Acuerdos de Arusha entre los burundeses, que consagraba el reparto del poder entre tutsis y hutus a todo nivel, se sustentaban en la consolidación de un régimen democrático, lo cual no coincidía en absoluto con el proyecto de Kagame.

El modelo de democracia abierta, que se trató de construir en Burundi, especialmente la existencia de una oposición plural y activa –algo impensable en la Ruanda de Kagame-, la libertad de prensa, una sociedad civil fuerte e independiente o la desmitificación de un ejército de una sola etnia, la tutsi, como único garante de la seguridad de estos dos países, son características que provocaron, por muchos años, sudores fríos en Paul Kagame, que temía que algún día, sus seguidores se verían tentados de imitar al vecino burundés en materia de democracia. Todo ello era más que suficiente, para desear una desestabilización en la pobre Burundi.

        “El modelo de democracia que construyó Burundi:
             con una oposición plural, libertad de prensa,
            una sociedad abierta y un ejército multiétnico,
                 provocaban sudores fríos en Kagame”

En Burundi, desde hace poco más de un mes, se ha ido caldeando y enrareciendo la atmosfera política. El presidente Nkurunziza, ha dejado a un lado todo lo alcanzado en libertades ciudadanas e institucionalidad democrática construida con mucho esfuerzo por los burundeses y se ha embarcado en un proyecto autoritario, que tiene en su tercera e inconstitucional postulación presidencial, el primer paso para perpetuarse en el poder.

La reacción violenta de la juventud burundesa en las calles, en defensa del régimen democrático; la respuesta brutal y represiva por parte de la policía adicta al presidente; la frustrada asonada golpista, del mes pasado, que sirvió para evidenciar las pugnas y divisiones internas en el ejército y la radicalización, de los últimos días, del carácter dictatorial de un gobierno que está estrechamiento, cada vez más, los espacios de libertad y democracia, es la secuencia que se ha dado, desde el mes de abril, en la política burundesa y que está derivando en la consolidación de un régimen dictatorial.

Su objetivo de perpetuarse en el poder, puede hacer que Kagame, reedite
otro genocidio en la región de los Grandes Lagos, como el de 1,994
Ante ese escenario, en lugar que los burundeses logren solucionar la crisis política en base a la negociación, el consenso y la serenidad, el presidente Paul Kagame, aprovechándose del simbolismo del mes de abril -mes de la conmemoración del genocidio- y jugando con las emociones que afloran desde 1,994, se ha apresurado a echar más leña al fuego burundés. Por un lado estaba la ola de refugiados burundeses que llegaban a Ruanda, y que Kagame supo aprovechar para sus fines, manipulando las declaraciones de los recién llegados, las cuales fueron rápidamente difundidas por los medios adictos al gobierno, haciéndoles decir, a los refugiados, que huían porque son tutsis y que temen que los “imbonerakure” (los jóvenes paramilitares organizados y armados por el gobierno de Burundi) los masacren. Sin mencionar, que dentro de esos jóvenes burundeses existen numerosos jóvenes tutsis, que por lo tanto, extrañamente estarían masacrando a los suyos. Por otro lado, están las declaraciones sibilinas del propio Kagame, sobre su supuesto temor a que los acontecimientos en Burundi influyan sobre Ruanda, lo que implica, en otras palabras, que intervendría si los tutsis son víctimas de masacres en Burundi.

              “Ruanda ya le ha tendido la trampa a toda
             la clase política burundesa. Cualquier tipo de
       conflicto, será catalogado por Ruanda, como genocidio.
                 Justificando una intervención militar”

Como se sabe, Kagame tiene sus propias ambiciones de seguir gobernando su país por muchos años más, en las elecciones presidenciales programadas para el 2,017 la constitución le prohíbe postular a un tercer periodo. Sus intentos de reforma constitucional, no han sido recibidos, con buen agrado, ni por la oposición, ni por un amplio sector de la población, por lo cual está convencido que abrirse un frente externo, es lo más conveniente para sus fines. La consolidación del régimen dictatorial en Burundi, la inestabilidad política y la violencia armada en el este de la República Democrática del Congo RDC, como el despertar de las rivalidades y enconos étnicos en la región, le podrían ser muy funcionales para sus objetivos.

Ruanda ya le ha tendido la trampa a toda la clase política burundesa, sin distinción de partido político, ni de etnia. Cualquier problema, por insignificante que sea, derivado de la represición y la violencia o de cualquier otro conflicto, será rápidamente catalogado por Ruanda, apoyado por los medios y los lobbies occidentales, como genocidio. Esto justificaría la intervención de la comunidad internacional o más bien, de las tropas ruandesas bajo su mando. Los tutsis tomarían el poder en Bujumbura, disolverían el partido gobernante, declararían genocidas a los “imbonerakure” burundeses a semejanza de los “interahamwe” ruandeses y prohibirían toda oposición con el pretexto de luchar contra toda ideología genocida. Por último, para perpetuar todo su poder absoluto, se atribuirían el título de “liberadores del genocidio”.

La trampa ruandesa va ser que la historia reciente de Ruanda, se repita en la empobrecida Burundi.




jueves, 30 de abril de 2015

EL MEDITERRÁNEO:
CEMENTERIO DE LOS DESESPERADOS

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

Miles de africanos, cada año, surcan las traicioneras aguas del Mar Mediterráneo en busca de un efímero sueño,
sin importarles las penurias y precariedades que encuentren esta peligrosa travesía. 

Solo en la última semana fueron más de mil muertos, los que cambiaron la imagen de un mar Mediterráneo que dejaba de ser el espectáculo de verano y glamour que nos tiene acostumbrado, para convertirse en una tumba abierta de la desesperación y la pobreza.  Son miles los que intentan pasar el Mediterráneo en busca de un futuro mejor. Miles que son traficados, engañados, abusados y maltratados para salir de sus países y llegar a una tierra que debería ser prometida. De estos miles, muchos mueren en el camino abandonados, ahogados, violentados. Como aquellos sin-nombre, que murieron tragados por el Mediterráneo la última semana.

Las imágenes no son nuevas, la tragedia de África no es una novedad, pero en los últimos meses ha sido portada de todos los diarios del mundo por sus magnitudes, por la indolencia y por la responsabilidad de un mundo que refiere no mirar lo ineludible. Miles de africanos, buscan camino hacia Europa sabiendo que serán tratados como ilegales, que tendrán dificultades laborales y de vinculación con la población de los lugares en donde lleguen. Pero a ninguno parece preocuparles las condiciones de llegada, es el origen lo que genera la desesperación.

Lo que pasa en África no es culpa de África únicamente. Lo que lleva a esos miles de africanos a migrar en las peores condiciones, es la desesperación frente a Estados fallidos, que carecen de la capacidad de incluirlos en la vida cotidiana de desarrollo, sin instituciones serias, con enormes problemas de violencia y de represión. Todas condiciones que impactan principalmente a los más vulnerables, a los más desposeídos que tienen la certeza, de que morir en el medio del mar puede ser una alternativa a considerar, antes que morir de hambre o por la represión más brutal.  

Europa es ese destino esquivo para los africanos ilegales, a donde suelen
llegar dentro de baratos féretros de madera, los cuales son apilados en
depósitos en espera de su lejana identificación.  
Lo que pasa en África, es el resultado de muchos años de pésimas e ineficientes políticas de cooperación internacional que han invertido más en burocracias bien pagadas, que en inversión humanitaria. Que han tratado de exportar modelos, antes de fortalecer capacidades e inventivas locales. Que han mirado al costado, antes de reconocer los problemas de corrupción y violencia que viven millones de africanos de forma cotidiana. Los niveles de pobreza, las hambrunas y la mala cobertura de salud son solo algunos indicadores que expulsan a la población hacia esa aventura mortal. Porque, seamos realistas, lo que pasa en el Mediterráneo no es un proceso de migración, sino de real expulsión de miles de personas que no se sienten protegidas, cuidadas y realizadas en sus países de origen.

Hace pocos días, Diallo un amigo de Guinea Conakry, profesional y con formación universitaria, tuvo que dejar su país por las pocas oportunidades de trabajo y de realización personal que le ofrecía Guinea. Embarcándose  en una real y trágica odisea, que lo llevó a sufrir el abuso y atropello de los traficantes de personas, la corrupción despiadada y la carcelería injusta de las autoridades egipcias y marroquíes. Luego de las penurias sufridas, los cientos de kilómetros recorridos, los precarios ahorros gastados y la humillación contenida, Diallo fue expulsado a su país por las corruptas autoridades migratorias de Marruecos. 

       “África, es el resultado de pésimas e ineficientes políticas
         de cooperación, que han invertido más en burocracias,
              que en inversión humanitaria, que han tratado
                    de exportar modelos, antes de fortalecer
                           capacidades e inventivas locales”

Es así, como jóvenes profesionales como Diallo deben de vivir, luego de esta experiencia, con la frustración y la rabia de no poder realizarse plenamente como profesionales, convirtiéndose en potenciales víctimas de estas travesías sin retorno por el Mediterráneo. Porque las víctimas, de los despiadados traficantes, no son solo los más pobres de sus países de origen, hay muchos estudiantes universitarios, abogados, médicos, es decir la clase media en fuga, a mitad de camino entre los inmigrantes clandestinos y los refugiados, en una especie de limbo jurídico por resolver.

Pero en la otra orilla del Mediterráneo, en ese destino esquivo para los africanos ilegales, a donde suelen llegar dentro de baratos féretros de madera, los cuales son apilados en depósitos en espera de su lejana identificación, países como Italia, claman por una salida para esta crisis, porque no encuentran apoyo en otros países europeos que se hacen los desentendidos, priorizando el equilibrio de sus presupuestos comunitarios. Para Italia, España o la pequeña isla de Malta, puertos de atraque de los migrantes desesperados, hacerse cargo de miles de africanos que reclaman por mejor calidad de vida es imposible, pero mirar al costado tampoco ayuda en nada.

África debe dejar de ser una fuente de recursos naturales sin control, sobre las capacidades de los gobiernos o sobre los derechos humanos de sus habitantes. Por otra parte, la llamada cooperación sur-sur debe de ser potenciada y orientada al apoyo de procesos de desarrollo y de cooperación entre regiones del mundo. Para muchos latinoamericanos, África parece ser un continente lejano, ajeno e incomprensible, pero esto debe cambiar.

            “Miles de africanos, buscan camino hacia Europa
                   sabiendo que serán tratados como ilegales,
            que tendrán dificultades laborales y de vinculación
             con la población de los lugares en donde lleguen.
       Pero a ninguno les preocupa las condiciones de llegada”

En realidad, es mucho lo que hay por hacer, por legislar y sobre todo por comprender. La crisis humanitaria que enfrentan los migrantes africanos nos involucra a todos, pero en especial a sus vecinos más próximos, los europeos, pero para muchos de ellos, el drama de los africanos ilegales lo miran con horror pero a la distancia. ¿Cuáles son las responsabilidades reales que tiene Europa en esta crisis? ¿Qué tanto tiene que ver Europa en la precaria situación que viven sus antiguas colonias? ¿Qué responsabilidad se le asigna a los países europeos, por la situación actual de inestabilidad política y social de sufre Libia, el más importante punto de partida de los desesperados africanos?

Sin duda África debe dejar de ser una noticia, una tragedia distante y convertirse en una preocupación real para los directamente involucrados en la génesis de sus problemas actuales y también para todos los que queremos vivir en un mundo mejor. Al final, la globalización es más que la capacidad de viajar libremente e intercambiar mercancías, también debería incluir la posibilidad de ser activos en la preocupación por los demás y en especial por los que más sufren.




sábado, 25 de abril de 2015

TOGO: ¿ELECCIONES SIN  SORPRESAS?

Por: Javier  Fernando  Miranda  Prieto

El último día de campaña electoral los togoleses invadieron las calles del país para aclamar a sus candidatos a la
presidencia, el candidato de la oposición, con su distintivo color naranja, llenó la principal plaza de la capital.

El nombre de esta ex-colonia francesa independizada en 1,960, procede del lago Togo, que en idioma ewe significa “orilla de agua”, ya que al borde del principal lago togolés, se asentaron en el lejano siglo IV, las primeras comunidades organizadas que poblaron este país. Pero Togo también recibió entre los siglos XVI al XVIII, el triste nombre de “costa de los esclavos”, debido que desde sus puertos partieron a América, millones de esclavos traficados desde esta región africana.

Pero en la actualidad este país, también es recordado por mantener un lamentable record, el ser gobernado desde hace más de 48 años, por una de las pocas dinastías familiares que se han sucedido en este continente y que en estas elecciones presidenciales, trataran de continuar esa herencia dinástica. El actual presidente togolés Faure Gnassingbé, aunque todavía sigue siendo el favorito para las presidenciales de hoy sábado, en esta oportunidad puede enfrentar un desafío mayor que en el pasado.

Faure Gnassingbé, ha estado en el poder desde que su padre, el ex presidente Gnassingbé Eyadema murió en el cargo en el año 2,005, después de gobernar Togo con mano de hierro durante 38 años, constituyéndose, al momento de su muerte, como el presidente más longevo en la historia de África, poco honorifico título que su hijo y actual presidente, también quisiera heredar. El joven Faure asume la presidencia de Togo en el 2,005, de forma autoritaria, con el apoyo del ejército. Pero ese año trata de legitimar su mandato convocando a elecciones, las cuales fueron eclipsadas por acusaciones de fraude y violentas protestas en las calles, que dejaron al menos 400 muertos.
El presidente Faure Gnassingbé en uno de los numerosos carteles de
propaganda, con su lema:" en el camino hacia el progreso".

Cinco años más tarde, la oposición disputo sin éxito unos comicios que terminaron con el triunfo de Gnassingbé para un segundo mandato, mientras los observadores internacionales volvieron a cuestionar, lo que ya era una costumbre en Togo, la realización de unas elecciones amañadas y fraudulentas. Con estos antecedentes, desde el año pasado, se sucedieron en este país, numerosas y masivas protestas de los partidos de la oposición, exigiendo el cambio de la constitución, para limitar el mandato presidencial, en solo dos periodos consecutivos, reforma que habría impedido una tercera postulación de Gnassingbé.

     “Togo está gobernado, desde hace más de 48 años,
             por una de las pocas dinastías familiares
                    que se han sucedido en África”

Los observadores occidentales y los representantes de la Unión Africana UA, ven muy alentador que en esta oportunidad el ambiente electoral, en vísperas de los comicios se presente más calmado. Aunque el gobierno no ha escatimado en gastos para hacer publicidad al candidato-presidente, invadiendo las calles y los medios audiovisuales con el rostro de Gnassingbé y con su lema de campaña: “en el camino hacia el progreso”; las plazas públicas han sido el escenario donde los candidatos de la oposición y en especial de Jaen-Pierre Fabre, el líder de la principal coalición opositora, han ofrecido a su electorado sus planes de gobierno y su mensaje principal de enrumbar al país hacia una sociedad auténticamente democrática y libre.

Jaen-Pierre Fabre, editor del principal y más combativo periódico de la oposición, inició su carrera política en el movimiento pro-democracia contra la dictadura de Gnassingbé Eyadema y luego contra su heredero político, llegando a competir con él en las presidenciales del 2,010. Por lo cual el líder opositor, ya conoce las artimañas fraudulentas que usa el gobierno y su corrupto aparato de prebendas y clientelaje político que suele ofrecer a la población más pobre del país, a cambio de su voto.

        “El gobierno togoles, ha impuesto un corrupto aparato
           de prebendas y clientelaje político que suele ofrecer
        a la población más pobre del país, a cambio de su voto”

Fabre en esta ocasión, ha hecho campaña al frente de una gran coalición de partidos democráticos, en donde conviven armónicamente: activos colectivos de la sociedad civil, grupos empresariales, gremios de trabajadores y partidos de centro-derecha, como socialdemócratas. Logrado una candidatura unificada, en que ha prometido poner fin, a lo que su candidato ha llamado “la impunidad, el abuso, la corrupción y la indiferencia de los funcionarios al cumplimiento de las leyes y al orden democrático”.

El líder de la oposición togolesa Jaen-Pierre Fabre, quiere consolidar
la ley y el orden democrático en Togo.
Con su carisma personal y su bien articulado discurso político, muchos observadores coinciden, que Fabre puede dar una sorpresa este sábado, ya sea pasando a una segunda vuelta electoral, haciendo más difícil el triunfo del actual presidente o convirtiéndose en un líder político de alcance nacional, que logre en los próximos años, marcarle el paso al gobierno togolés.

Pero quien resulte ganador este sábado, tendrá que el enfrentar el principal problema del país: la difícil situación económica. Si bien es cierto que el Producto bruto Interno PBI de Togo se ha más que duplicado desde el año 2,005 y que el crecimiento económico ha  alcanzado el 5,6% en el 2,014, los analistas dicen que los beneficios de este crecimiento, han ido principalmente para la minoría rica de la sociedad togolesa, mientras que la gran mayoría de la población, todavía sufren de altos índices de pobreza y desempleo.

En el año 2,011 las estadísticas mostraban un 58% de la población viviendo con menos de un dólar al día y si bien las cifras oficiales sitúan la tasa de desempleo en apenas 6%, muchos creen que la cifra real es mucho mayor. Siendo el desempleo juvenil de más del 50%, de ahí la beligerancia, la convicción democrática y la firme oposición de la población juvenil, contra la ya insostenible dictadura dinástica de los Gnassingbé en Togo.